Toros en Sevilla. Feria de San Miguel

Por la calle Iris también se llega al corazón de Sevilla

Emilio de Justo, que conquistó a la afición hispalense y miró de reojo a la Puerta del Príncipe, no podrá sustituir a Pablo Aguado el próximo día 2 de octubre al estar anunciado en Las Ventas

«Emilio de Justo, tocando el cielo» Humberto Parra

Jesús Bayort

Ese famoso silencio de Sevilla se ‘escuchó’ en la Maestranza. Llega muy de cuando en cuando, como si del instante previo a un penalti decisivo se tratara. Es el mutismo precavido . La jindama que precede al todo o al nada. Al éxito o al desencanto. Aficionados santiguándose tras escuchar cómo los clarines anuncian el tercio postrero de la tarde, sabiendo que sobre el esportón de Emilio de Justo ya reposaban dos cárdenas orejas . Sevilla quería hacer justicia, por la que perdió en el albor, y darle un merecido paseo a caballo por el Paseo de Colón .

Todos queríamos ser Emilio de Justo , cuando el último toro ya había sido arrastrado –sin Puerta del Príncipe, pero con el mérito reconocido–. Y ninguno hubiésemos deseado ser él, en los momentos previos a escuchar el clarín. ¿ Cuántos diestros del escalafón actual se hubieran entendido con alguno de sus tres cornúpetas? El milagro se obró gracias a la seguridad y el buen hacer del extremeño .

Emilio de Justo es mejor torero cuando tiene enfrente 'victorinos'. Como los grandes héroes, se crece ante la adversidad. Al contrario de lo que ocurre con el resto de matadores, torea más relajado y templado a uno de estos cárdenos que a un colorado de 'juampedro'. Y los cita con bastante más sutileza.

Los aficionados más puristas detestan que a un torero se le pueda catalogar como ‘ especialista ’ de cierta ganadería o encaste, pero es que Emilio de Justo es un auténtico especialista de los 'victorinos' . Como ocurriera hace poco más de una década con Manuel Jesús ‘El Cid’ , sabe en todo momento cómo tratar a uno de los animales más complejos de lidiar: pronto y en la mano , sin morisquetas, dejándosela en el hocico y tirando con el codo y la muñeca.

Tremendo mérito tuvo su arrebujado toreo a la verónica al segundo , anticipándose a sus eléctricas y feroces embestidas. Bajo el aguacero dejó un precioso y templado inicio de faena. Y cómo se sobrepuso al espantoso volteretón. Ahí nos dimos cuenta de que este señor no venía a echar la tarde...

Tras la carta de presentación vino el plato principal. Cómo sería de elaborado que borró a Ferrera de la mente de los aficionados . Al maestro, que había estado sublime con sus dos primeros animales, ya lo habían olvidado cuando aún tenía uno encerrado en los chiqueros. El quinto, con el que precisamente llegó su labor más conseguida. Pero l a tarde ya tenía un nombre propio , y a Sevilla le urgía por volver a verlo. Y también a Triana , que a punto estuvo de encontrárselo de frente. Pero la espada prefirió tomar otro camino. Un sendero que pasaba por la calle Iris y culminaba en el corazón de la afición . En el corazón de Sevilla.

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