Novillada en la Maestranza
Hay que tener paciencia con los toreros: Daniel de la Fuente corta una oreja y Calerito pierde otra
Los novilleros sevillanos convencieron a la afición capitalina, cuatro años después de presentarse en esta plaza

Sonaba ' Suspiros de España '. Se hacía irremediable el acompañamiento mental con aquella versión que interpretara Juanito Valderrama : «Siento en mi triste emoción / me voy sufriendo lejos de ti / y se desgarra mi corazón…». Verdaderamente triste, nuestra emoción, porque lejos quedaban Toledo y Granada , las otras dos grandes capitales que mantienen con vigor la celebración eucarística del Corpus. Ellas lo festejaron con dos excelentes corridas de toros; Sevilla, con una novillada con picadores. Se nos desgarraba el corazón… preso de melancolía.
Ese himno de nuestros migrantes patrióticos servía ahora para impulsar a Calerito, a las puertas de la soñada alternativa . De él y de todo el que haya fantaseado con ser torero: en la Feria de San Miguel con Manzanares y Roca Rey . Una cita que, sin lugar a dudas, lo ha debido marcar, porque se mostró más cuajado y redondo que nunca ante el bonito 'Templadito', al que le acentuó su buen estilo. En esta época de limitados festejos los novilleros merecen confianza y tiempo para desarrollar sus conceptos. Y pasadas cinco temporadas desde que debutara con picadores en Azuaga, Calerito consiguió evidenciar en plenitud su concepto de trazo largo y poderoso . A la seguridad y buen oficio de su planteamiento se le sumó el gustó con el que acompañaba los remates. Se le atragantó la espada y perdió una más que segura oreja . Con el quinto, a la postre, el más fuerte de toda la novillada, no pudo pasar del esfuerzo e interés por contentar a sus paisanos.
Y la madurez también iba a ser evidente en Daniel de la Fuente , que sorprendió por su buen concepto con la diestra. Lo tiene bien conseguido: recoge adelante la arrancada, corre con acierto el brazo y lo empuja para favorecer el siguiente pase. Así lo hizo ante 'Marquesón', que traía buen tranco, aunque distraído en su salida. La música rompió a sonar cuando éste ya debía ir por la espada. Se vio comprometido y no dejó pasar la oportunidad de convencer por otras vías: una serie encimista y un extraordinario cierre de ayudados por alto . Le metió la espada con habilidad y temple. J osé Joaquín Herrera del Rey a punto estuvo de convertirse en el gran protagonista de la noche, concediendo la oreja tras una larga y mayoritaria petición. Lo mejor ante el sexto fue el inicio de faena, doblándose por bajo y redondeando por el lado derecho, así como la serie que lo continuó. El novillo se fue apagando conforme el público ya pedía la hora .
El sevillano-onubense Emilio Silvera fue el más desapercibido de la noche. Su faena ante el primero nunca tomó vuelo, condicionada por las reservas del utrero , remarcadas tras los dos largos y duros puyazos. Su falta de bagaje no le ayudó para desengañarlo, en sus constantes parones entre pases. Terminó desarrollando sentido . Más larga fue su labor ante el cuarto, en la que sí logró momentos interesantes.
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