Ciclo de promoción
El temple de Rocío Romero en una calurosa noche de verano
La cordobesa corta una oreja y Adrián Ruiz, a quien el palco le negó el trofeo, e Ismael Jiménez dan una vuelta al ruedo
El intenso calor marcó la segunda de promoción que congregó a media plaza. Se lidió un interesante y variado encierro de Villamarta en el que brilló Rocío Romero que cortó una oreja. Manejó con soltura el capote en el saludo que remató con una larga cordobesa y en la réplica por tafalleras al buen quite de Jesús Cuesta. En la muleta mostró muy buen concepto y un gran sentido del temple además de mucho dominio. Se gustó al natural y en los pases de pecho y cortó una oreja de mucho peso tras dejar una media habilidosa de rápido efecto.
Adrián Ruiz estuvo animoso con el capote en el recibo a la verónica del primero que repitió en la muleta del alumno de la escuela de Camas que estuvo más a gusto en el toreo en redondo. Fue una faena larga y entregada, dispuesta al natural con desplantes y el remate por manoletinas. Se tiró tras la espada y le pidieron la oreja que el presidente de forma incomprensible le negó .
El sevillano Jesús Cuesta sorteó un novillo que salió distraído pero que acabó metiendo en el engaño. Replicó por chicuelinas al quite por ajustadas gaoneras de Serrano y desde el centro del anillo citó para iniciar con estatuarios y un pase cambiado por la espalda. Mostró solvencia con un Villamarta que no le dio respiro en una labor larga que abrochó con bernadinas pero no consiguió conectar. Sonó el aviso antes de entrar a matar y saludó.
Ramón Serrano , de la escuela de Murcia, manejó con destreza el capote con el bonito salinero que hizo cuarto. Brindó a su maestro Pepín Liria al que hizo salir al ruedo para citar con el pase cambiado y hacer el péndulo. Muy puesto y preparado hizo dos faenas: bien al natural y luego en cercanías con el astado más parado pero falló con la espada .
Para Ismael Jiménez fue el quinto al que le costó más ir a los engaños pero que metió en la muleta tras brindar al público. Bajó la mano y citó a pies juntos con la zurda al final de una actuación efectista que rubricó de un estoconazo antes de dar la vuelta.
El valenciano Miguel Polope cerró con «Atrepador» un regalito que huyó del engaño, con el que nada pudo hacer y pasó apuros para matar. Antes había volteado al banderillero Antonio Ronquillo que sufrió varias contusiones.