Ruiz Miguel y los hermanos Miura recuerdan el último rabo cortado en la Maestranza
El Salón de Carteles de la Real Maestranza conmemoró las bodas de oro de la histórica faena del torero de la Isla de San Fernando al toro 'Gallero' de Miura
Llegó de casualidad ( como sustituto ) y corriendo ( tuvo un accidente camino de la plaza ), pero le esperaba un inmejorable final: su consagración como torero. Han pasado cincuenta años desde que el gran premio ' Gallero ' le tocara a Francisco Ruiz Miguel . Aquel bravo y enclasado toro de Miura que le permitió torear « como de salón ». Fue un 25 de abril de 1971 cuando el diestro de la Isla de San Fernando recibió el último rabo que la Maestranza entregó a un matador.
¿ Volverá a suceder un hito igual ? ¿Ha existido en este medio siglo alguna faena que se aproxime? ¿ Es posible cortar un rabo en nuestros días ? No existe respuesta exacta a estas cuestiones, pero por ellas se le preguntó este jueves al protagonista de aquel histórico suceso, en la segunda ' Lección Magistral' del Aula Taurina de Sevilla .
Estoquear recibiendo
La clave, en la ejecución de la suerte suprema . Fue esa la guinda del pastel, según el propio Ruiz Miguel: «No es lo mismo entrar a matar recibiendo. Fue una faena completísima y, como colofón, tuve el atrevimiento de echarle la muleta y estoquearlo al recibir».
El isleño se había forjado en la fragua torera de su paisano Rafael Ortega , quien le descubrió esa delicada suerte de entrar a matar. «En los tentaderos nos lo hacía repetir muchas veces a las vacas . Y por lo general, la becerra que tomaba bien la muleta en la lidia obedecía bien para la suerte de recibir». Y con 'Gallero' se acordó de aquel aprendizaje junto al maestro Ortega: «Le había pegado varios pases de pecho que tomó con clase y rebosándose . Y pensé que éste era el mío. Tiré la moneda y salí premiado ».
Areneros pidiendo las orejas
Ruiz Miguel cree que aquella estocada provocó una « explosión de alegría y júbilo ». «Recuerdo a dos areneros en los medios con el pañuelo en la mano pidiendo el rabo. Además, en el palco hubo un presidente con mucha sensibilidad ».
Fue el último rabo que un matador cortó en Sevilla (después llegaría el de Pablo Hermoso de Mendoza) y la norma de las tres orejas le impidió mirar a Triana en volandas. Aunque la Puerta del Príncipe no se abriera para festejar el hito, la vida y su carrera cambiaron. Con sólo un año de alternativa , y siendo éste su debut con los toros de Zahariche , empezaba un largo palmarés que alcanzó el centenar miureño .
De aquella mítica tarde se habló en el Salón de Carteles de la Real Maestranza , en un acto que volvió a organizar el Aula Taurina de Sevilla , y que estuvo moderado por el periodista Emilio Trigo . También tomaron la palabra los hermanos Eduardo y Antonio Miura , quienes recordaron la buena relación que su padre mantuvo con Ruiz Miguel, forjada a través de numerosas mañanas de tienta en la finca Zahariche .
«Si no fuera por ellos, yo no estaría aquí. He visto toros de Miura embestir muy bien , pero no he visto ninguno como ese. ' Gallero ' y yo nos acoplamos y aquello surgió. Como cuando surge el cante hondo y puro. T engo la faena metida en la mente », reconoció el isleño.
«No le mires el hierro»
Cuando recibió el ofrecimiento de sustituir a Limeño en aquella corrida, lo primero que hizo fue pedir consejo a su maestro Rafael Ortega. « Me aconsejó que no le mirara el hierro , porque entonces me iba a entrar ' canguele '».
Y recordando los entresijos de la corrida, contó su trágica llegada a la plaza. Como si el corazón latiera despacio en los preámbulos de una corrida de Miura, aún se propusieron darle un achuchón más: «Mi apoderado Paco Ortega le dio un golpe a otro coche y el propietario no permitía que nos llevara hasta la plaza para después volver a hacer el papeleo. Tuve que bajarme con los banderilleros e ir corriendo hasta la plaza».
La medalla de su madre
Aquella tarde le hizo una promesa a la Virgen de los Dolore s que preside la capilla de los toreros, en el patio de cuadrillas de la Plaza de Toros de Sevilla: «Si salgo andando, te entrego mi medalla más importante ». Y como la tarde salió como salió, a la mañana siguiente hizo acto de presencia para colgarle la última medalla que conservaba de su madre en el manto de la Virgen.