Toros
Las revelaciones taurinas y poéticas de Jesús Soto de Paula revolucionaron Sevilla
La fundación Caja Rural del Sur acogió la presentación del nuevo libro del filósofo jerezano, organizado por el Círculo Taurino Puerta de Carmona
Mantiene una apuesta firme para que en el toreo prioricen las revelaciones antes que las revoluciones. Por eso Jesús Soto de Paula (Jerez, 1974) ha querido dedicar su último libro (« Revoluciones y revelaciones toreras ») a la rama más artista y sentimental del toreo: Lagartijo, el Gallo, Cagancho, Chicuelo, Vázquez y Paula ; que nunca fueron catalogados como revolucionarios, «pero quienes tienen oídos y ojos para el alma no encontrarán mayor revolución que la de sus revelaciones mismas. ¿Qué mayor revolución que la de descubrirnos dentro de nuestros adentros el sentido del sin sentido?», expresó este filósofo taurino.
La presentación de esta obra estaba bendecida por «su tío» Curro Romero, quien quiso acompañarlo . Y, pese a que su garganta no estaba en el mejor momento, aceptó la invitación de sentarse a su lado para escuchar las reflexiones del escritor. La agilidad y el sentimiento de Soto de Paula se evidenciaron pronto: «Yo le voy a pedir a Sevilla, como es la ciudad del silencio, que permita que Curro no hable. Y como Sevilla sabe escuchar mejor que en ningún lado, va a entender que Curro únicamente hable con su presencia aquí arriba».
Soto de Paula medita en este libro sobre aquello que conoció de la mano de los más grandes desde que era un niño: el toreo . Su educación taurina le hizo tener un recuerdo al comienzo para uno de aquellos «educadores» que recientemente desapareció, Andrés Luque Gago .
Recitó con enorme sentimiento a Gallito, Chicuelo, Pepe Luis Vázquez, Manolete y Cagancho : «Un visto y no visto / creído y descreído / cuchillada que a desgana gana / Bailaor, ciego y burriciego que a José alcanza / y un desierto que en las bocas secas clama...».
También conoció a la plana mayor del flamenco. Cómo no, siendo el hijo de Rafael. Tuvo recuerdos para Fernando Terremoto y la Paquera , a quien escuchaba cantar escondido en el zaguán de su casa.
Habló sobre la trascendencia y la inocencia, «porque yo viví desde pequeñito la trascendencia del arte . Pienso que Curro y Rafael utilizaban a la tauromaquia para trascenderla , sublirmarla y para hacer algo efímero pero eterno».
En su libro no podía faltar Rafael «el Gallo» , de quien revela varias anécdotas. Como aquella vez en la que el mayor de los Gallo dijo que «prefiero una bronca antes que una cornada, porque la bronca se la lleva el viento y la cornada me la quedo yo».
El filósofo ha estado tres años escribiendo todas estas reflexiones , un tiempo que calificó como «una espera que a veces desespera y que a menudo encuentro que son voces que se ahogan y sólo algunas consigo salvarlas para oír ese eco».
Noticias relacionadas