Toros

Ya es oficial: Gallito, el rey de los toreros, tendrá un monumento en Sevilla

La hermandad de la Macarena ha contratado al escultor Martín Nieto para la realización de la obra

José Antonio Fernández Cabrero, junto al escultor Manuel Martín Nieto ABC

Jesús Bayort

Han tenido que pasar cien años para que Sevilla rinda homenaje al « rey de los toreros ». Y como no podía ser de otra forma, la hermandad de la Macarena será la encargada de acabar con este desprecio centenario. Así lo ha informado la corporación, quien ha anunciado que el escultor Manuel Martín Nieto será el encargado de realizar la obra.

De este modo, la hermandad da luz verde al amplio programa de actividades que anunció hace un año para 2020 , cuando se conmemorarán cien años desde que el toro « Bailaor » de la Viuda de Ortega le arrancara la vida para hacerlo eterno.

El hermano mayor de la hermandad de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero , reconoció sentirse « sorprendido » de que Gallito no tuviera ningún reconocimiento en su ciudad , teniendo en cuenta de que con tan sólo veinticinco años fue considerado como «el rey de los toreros» . Este proyecto vendrá ligado de actos conmemorativos de la mano del Ayuntamiento, coincidiendo con el 425 aniversario de la fundación de la corporación.

Su empeño en construir la Monumental, cuya verdadera finalidad era sobradamente conocida: hacer más accesible el toreo al pueblo, fue interpretado como un desplante hacia la Real Maestranza . Esto le enfrentó con el sector noble de la ciudad, quien pasados cien años no lo ha terminado de olvidar. Aquel proyecto duró tres años. Ni el mismísimo Belmonte , máxima figura a la muerte de Gallito, quiso respaldar su memoria .

Hay muchas voces que han solicitado a la hermandad que la virgen de la Esperanza vuelva a vestirse de luto para conmemorar el centenario de aquella histórica imagen, que evidenciaba el duelo que se vivió por uno de sus hermanos más ilustres .

Hace escasas fechas la hermandad recibió de manos de sus descendientes (familia Sánchez Mejías ) la donación de la túnica completa y las manoletinas que utilizaba el torero para realizar su estación de penitencia.

Joselito «el Gallo»

Joselito «el Gallo» ( Gelves 1895-Talavera 1920 ) ya había alcanzado la gloria en vida cuando a sus 25 años el toro « Bailaor » de la Viuda de Ortega le hizo eterno. Con un cuarto de siglo le bastó para ser el rey de los toreros, quienes aún le veneran cada 16 de mayo con un minuto de silencio. La Macarena vistió de luto para despedirlo y los sevillanos donaron dinero para comprar lazos negros con los que vestir las columnas de la Alameda. No necesitó a Chaves Nogales para ser mitificado, ni contó con literatos o poetas que le cantaran en vida.

Se crió en el seno de una familia taurina por los cuatro costaos: hijo de Fernando Gómez «El Gallo» , sus dos hermanos -Rafael y Fernando- le precedieron en la profesión, y sus tres hermanas estuvieron casadas con sendos toreros: Francisco Martín Vázquez, Sánchez Mejía y «El Cuco». Todos se criaron en la « Huerta del Gallo », propiedad de los duques de Alba , donde su padre ejercía de guardés. Su personalidad no podría entenderse sin la figura de su madre, la artista gitana Gabriela Ortega, «la señá Gabriela» .

En la plaza de toros de la finca veía entrenar a la plana mayor del toreo sevillano de aquella época. Su padre murió cuando él tenía cinco años, por lo que tuvieron que mudarse a la calle Relator de Sevilla. Y fue allí cuando empezó a palpar el toreo en la Alameda de Hércules , santo y seña de la Sevilla taurina de aquella época. Con once años ya se permitía el lujo y la osadía de dar lecciones a toreros experimentados de la zona.

Su hermano Rafael se tuvo que hacer responsable de la familia en una época en la que la máxima figura del momento, Ricardo Torres «Bombita» , lo vetaba para torear junto a él, algo que José veía como un ataque perverso contra el pan de su casa. Se planteó ahí, siendo todavía un niño, su primer objetivo taurino: desterrar taurinamente al torero tomareño.

Tomó la alternativa con 17 años en la Real Maestranza, y en sus escasas ocho temporadas como matador dejó números inigualables para los anales del taurinos, destacando sus 81 tardes en la plaza de Madrid, 58 en la Maestranza de Sevilla y 64 en los tres cosos de Barcelona. En total estoqueó 1530 toros en 670 tardes, de las que 23 fueron en solitario.

La llama de la dualidad vivida con Belmonte aún sigue viva. Los hay que se sienten más de José que de Juan. Y viceversa. Se enfrentaron 257 tardes y mantenían su amistad en la clandestinidad. De hecho, compartían numerosos viajes en tren donde departían del devenir de la fiesta, pero al llegar a las estaciones se bajaban en vagones diferentes para ser recibidos por sus partidarios, quienes miraban con recelo al otro bando. Un ejemplo de este fanatismo exacerbado entre gallistas y belmontistas fue en una de las salidas a hombros de Belmonte en Sevilla, cuando fueron a pedirle al párroco de Santa Ana el paso de la virgen para subir a Belmonte. El presbítero montó en cólera ante la petición, sentenciando: «¡Si al menos fuera para llevar en andas a Joselito!».

En un principio intentó acabar con Belmonte por la fama de torero revolucionario que le precedía, pero al percatarse de la grandeza de éste, quiso utilizarlo como un acompañante con el que repartirse el peso del toreo. Ahí comenzó a forjarse la mitificación de esta dupla. Y es ahí cuando percibe el nuevo giro de tuerca que se le debe dar a la fiesta: construir plazas monumentales de mayor capacidad para albergar a todos los aficionados que se quedaban sin boletos en las tardes de José y Juan , además de conseguir abaratar el precio para hacerlo más accesible al pueblo. Fue una revolución que le trajo serios quebraderos de cabeza.

Junto al arquitecto José Espeliú y a un número reducido de personas, formaron una sociedad con un capital de 7 ,5 millones de pesetas con el que proyectaron la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, aunque no llegó a conocerla. Participó también en la ampliación que convirtió la plaza de El Sport de Barcelona en la actual Monumental.

Aunque su magno proyecto fue sin duda la Monumental de Sevilla, ubicada junto al barrio de San Bernardo . Cabían 23.000 espectadores , el doble de los que albergaba la Real Maestranza. Esto se interpretó como una deslealtad hacia la institución del Paseo de Colón, que por aquel entonces tenía como hermano mayor a Alfonso XIII . Fue un autentico desafío a la burguesía sevillana. No encontró un arquitecto hispalense que se hiciera cargo de firmar los planos. Belmonte no quiso polémicas y se significó en favor de la Maestranza, dando de lado a su amigo «Gallito».

Ademas de la revolución en los cosos, «Gallito» aportó el toreo en redondo que precedió a la ligazón que ejecutaron Chicuelo y Manolete , implementó una serie de variados quites -entre los que se encontraba el « Galleo del Bú », que lo hizo Frascuelo cincuenta años antes y se llamaba así porque el capote se envolvía en la espalda como si fuese un fantasma-, implementó la figura del veedor en el campo para poder controlar todas las ganaderías que lidiaba, y se decía que no había una sola corrida en España que no pasara por sus manos: o la toreaba, o llevaba el ganado o imponía a un torero.

Su poder se puede ejemplificar con la anécdota de aquella reunión clandestina que mantuvieron los empresarios en el h otel Palace para intentar boicotearle, de la que «Gallito» tuvo conocimiento y se presentó al inicio de la misma: «Sé por qué estáis aquí. Me voy a tomar un café y si cuando vuelva queda alguno de vosotros , que sepáis que no vuelvo a torear en vuestras plazas». A su vuelta la mesa estaba vacía…

Murió siendo el rey de los toreros cuando acababa de cumplir los 25 años en la plaza de toros de Talavera de la Reina. El toro Bailaor, de la Viuda de Ortega -familia suyo por parte de su madre-, le arrancó la vida para llevarle a la gloria eterna. Miles de personas lo acompañaron en el cortejo fúnebre desde su casa en la calle Arrieta, donde se expuso en una improvisada capilla ardiente, hasta la estación de las Delicias.

En agradecimiento a su mecenazgo durante la revolución macarena que había ideado Juan Manuel Rodríguez Ojeda , éste vistió de luto a la Macarena en una imagen insólita para la Semana Santa de Sevilla, una semana después del trágico desenlace del torero. «Gallito», entre otras muchas cosas, había regalado a la virgen las cinco «mariquillas» que nunca han dejado de acompañarla.

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