Toros
Esaú Fernández triunfó en su encerrona, con tres toros de alta nota
El resultado numérico inclinó la balanza del lado del torero: cuatro orejas y un rabo

Esaú Fernández consiguió, antes de trenzar el paseíllo inicial, el objetivo que se había marcado para este día tan especial: congregar mayor número de espectadores que la encerrona que hizo su paisano Oliva Soto hace tres temporadas. Es inexplicable que en un pueblo con dos matadores de toros en activo, y con una situación profesional bastante similar, se consienta este tipo de festejos individualistas antes que un mano a mano entre ambos. Los dos prefirieron montarse una encerrona en solitario a tener que incluir a su compañero y paisano en «sus» carteles.
La corrida de ayer tuvo como virtud la rapidez con la que transcurrió todo; y como debilidad, la falta de atractivo en el espectáculo : actuaron nueve banderilleros y seis picadores. Sólo dos eran de Camas y uno más de la provincia. ¿ Acaso no hay grandes profesionales en Sevilla ? Sí que los hay, estaban en su casa y en el tendido. El cariz benéfico encubrió el escaso nivel presentado. Y los sobresalientes ni se conocían . Muy a destacar, por cierto, las banderillas de Ángel Otero . Eso sí, Esaú no tiene un pelo de tonto y para el toro del Victorino preparó a toreros curtidos.
El de Camas hizo de todo: variedad con el capote, banderilleó, infinidad de muletazos y varias estocadas de perfecta ejecución . Y hasta hizo de director de orquesta: estuvo más pendiente de ordenar a los músicos qué marcha cofrade debían interpretar que de otra cosa.
Tuvo en frente tres grandes toros para encumbrarse: Buenavista, El Pilar y El Puerto de San Lorenzo . Se mostró cuajado con ellos, pero no llegó a redondear ninguna faena. Él quería que los toros no parasen y que todo marchase rápido. Les exigía una «marcha» más de las que realmente tenían. Su escasa paciencia exprimió muy pronto la boyantía del toro de Clotilde Calvo.
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Sí se mostró mas cómodo y pausado con la dulzura del colorado enviado por Moisés Fraile . Le hizo hasta tres quites a la verónica . Y llegó a relajarse al natural, antes de emprender una labor encimista que lo tuvo a centímetros de los pitones.
El toro del Puerto de San Lorenzo (Ventana del Puerto) tenía –de haberse lidiado en una plaza de mayor categoría– un cortijo en su pitón derecho . La profundidad y claridad en su embestida le hubiera permitido al torero, de estar más centrado con él, demostrar el porqué de esta encerrona. La irregularidad dominó la faena: tantos muletazos profundos y largos, como enganchones y desarmes.
Abrió plaza con un toro de Baltasar Ibán que salió con problemas de coordinación motriz . Aún así, el animal lo hacía bien y se abría en los engaños. Esaú estuvo resolutivo con él, aunque faltó ajuste en su labor.
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Ajuste que sí consiguió por momentos con el toro de Victorino, que fue recibido a cuerpo limpio y saltado por encima por un antiguo recortador , ahora convertido en hombre de plata. Esaú estuvo centrado y comprometido con el cárdeno , que no se lo puso nada fácil en los primeros envites. Acabó sacándole naturales de importancia.
El resultado numérico inclinó la balanza del lado del torero: cuatro orejas y un rabo , en una tarde en la que la ovación más sonora fue en el brindis que éste le hizo a Juan José Padilla.