Encerrona de Morante en El Puerto
El triunfo se sostuvo hasta que el toro salió y Morante se desinfló
La proeza de Morante naufragó con un encierro que por no ofrecer no ofreció ni peligro (palpable)
![La Plaza Real de El Puerto de Santa María registró un lleno, según el aforo máximo permitido](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2021/08/07/s/morante-corrida-paseillo-kkKB--1248x698@abc.jpg)
Somos muchos los que la catalogamos como ‘ la corrida del año ’. Y por qué no: hasta del siglo. Morante, frente a los toros de Prieto de la Cal . El gran torero de nuestra época enfrentándose a los animales del pasado . Pero patinamos en nuestro hiperbolismo. El triunfo, sólo, fue prematuro: se especuló sobre su resultado desde que se tuvo conocimiento de ella y el papel duró un suspiro en la taquilla. Empujados por la expectación, dimos la espalda a la realidad . Sabedores de que en el toreo, la historia sí está escrita . Quien imaginara a Morante cuajando una faena para la historia, vivía en una mentira. Pero éramos muchos los que confiábamos en que el genio desempolvara del olvido una tauromaquia tan arcaica como desconocida .
A las 20 horas se abrió la puerta del tiempo . Morante retrocedía un siglo, dispuesto a hacer historia . La ovación sonó a explosión cuando el maestro puso el primer pie sobre el albero. La liturgia se acompasaba bajo lo sones del himno nacional . El llenazo, pese a la restricción, era conmovedor. Si hubiera sido en el Carranza, también lo hubiese cubierto. Salía el genio sonriente, ignorante del transcurso inmediato . Un gallo lo esperaba en el tercio. Paradójicamente, el único galleo de la breve pero interminable corrida .
El morbo fue bestial durante los casi dos minutos que tardó en asomar ‘Felino’ . La euforia contenida estalló al verse su capa jabonera. Con el tipo de la casa . Ni mucho ni poco. Y el comportamiento habitual: sin humillar, sin emplearse y sin poder . El (casi) pechazo a 'El Lili' predispuso al personal. Por cierto, único banderillero sevillano en la tarde. Y no sólo a él: Trujillo también se escapó milagrosamente al intentar aguantarlo en el burladero de sol. Dos varas le dieron . Tampoco estaban de más. Ni hubo brindis ni dio tiempo a enterarse: media docena de pases, llevándolo a la raya del tercio, y desenfundó la tizona. Todos los agradecieron. Por eso de que lo bueno, si es breve, dos veces bueno .
Más basto era ‘ Jaecero ’, a medio mes de cumplir los seis años . Como cohetes camino del Rocío sonaban sus derrotes contra las tablas. La sorpresa surgía en el capote de Morante , no por sus formas, sino por el color de sus vueltas: azules . Uno medio quieto le dejó. Y el gentío se desgañitó. Después de aquello, poco más se consiguió. Intentó un quite por verónicas, aunque a medio gas . Con Joao Ferreira sí se puso la plaza en pie, tras banderillear al volapié . De largo, y cuadrando casi en los tendidos de sol. ¡ Qué maña con los palos han tenido siempre los del país vecino ! Más tiempo duró la labor muletera de éste: dos ayudados por alto limpiándole el lomo, y a quitarle las moscas . Después del pinchazo, lo aseguró en los bajos .
‘ Veragüeño ’ arreó en su salida. Más serio, pero también más fino que los anteriores . Al segundo capotazo le soltó fiesta el maestro. La ingenua afición creyó que el milagro estaba a punto de surgir . Dos lances arrebujados, más expresivos que profundos. En el primero medio humilló; en los siguientes, cazó moscas. Uno se tragaba, otro le reponía. Tres de cierta nota en el balance final . Y antes de llevarlo al caballo, todos parecieron conformes en quitárselo de en medio. Le tiraban el capote abajo, pero al animal que no se emplea es difícil caerlo . La primera bronca se escuchó cuando nuevamente quiso abreviar en el inicio. Ni se veía al Morante de 2021 ni se intuía al Gallito de la Edad de Oro . El pinchazo en el cuello lo aflojó, y al segundo intento lo tumbó. Controversia en el arrastre: unos aplaudían, otros pitaban.
Una quincena de muletazos sumaba en total, con tres toros ya desollados. El rostro del artista evidenciaba el desaliento y la merma . ¡Cualquiera sabe cuánto consiguió descansar durante la previa! Falto de capacidad y voluntad , lanceó al negrito casi aculado en tablas . Como si le costara salirse al tercio. Dándole todas las ventajas para que le apretase . Los tendidos apoyaban, pero el ánimo no brotaba en el maestro . El agotamiento no era ya cuestión de percepción: ofreció (o mandó) al sobresaliente ( Álvaro de la Calle ) a llevarlo al caballo. D os puyazos muy fuertes le dio el hijo de Aurelio Cruz . Haciendo la suerte, echando la vara y rectificando con diligencia. El de La Puebla tampoco quiso verlo con la franela. Y el público estalló . Lo pinchó a la huida antes de dejarle cazarlo en el morrillo. Primer descabello de la tarde. Soberbio. Lo más acertado del acto. Sólo había pasado una hora y cuarto desde el inicio .
El quinto duró un suspiro sobre el ruedo. Habrá que preguntarle al presidente por qué lo devolvió . Posiblemente se tratase de un morantista ansioso de darle un espaldarazo al ídolo . La cuestión es que saltó un sobrero de Parladé que, pese a sus entipadas hechuras, quedaba en evidencia tras el desfile anterior . La plaza no lo consintió y mantuvo la bronca y la discrepancia durante todo su desarrollo . Algunos lances pudo dejar, pero la sensación de que el héroe se había desinflado era una realidad. Las peleas entre espectadores se sucedían mientras Morante lo pasaba de muleta. El animal, sin vida; Morante, de capa caída . Dejó un par de series con la muleta, pero nadie estaba en esos instantes dispuesto a consentirlo: no, si no iba dentro de la gesta.
Sin tiempos muertos ni opción de recuperación saltó el sexto. El descontento era generalizado y todos ansiaban su conclusión . Único toro de los jaboneros al que planteó faena. Y la primera vez que se le escuchaba la voz en el cite. Pero ni el público ni el cronista seguían con ánimos de más.