Toros en Sanlúcar de Barrameda
Crónica de la Corrida Magallánica: Octavio Chacón, victoriosa ‘vuelta al mundo’ con miuras
La corrida miureña, con trapío de plaza de primera, ofreció peligro para los toreros y emoción para el público
Todos los protagonistas de la tercera Corrida Magallánica tienen mi respeto y agradecimiento. Respeto por haber lidiado con la mayor dignidad posible un encierro que, en circunstancias normales, debería haber saltado al ruedo de Madrid, Pamplona o Bilbao . Agradecimiento por el compromiso de engrandecer la fiesta de los toros de manera íntegra y atractiva. Matadores, banderilleros, picadores, ganaderos y empresario .
La escenografía era una obra de arte. Fernando de Magallanes se imponía sobre el redondel , en una alfombra de sal que recubría al amarillo albero. La mayor gesta naval de la historia, conmemorada con otra épica, frente a seis pavorosos ‘piratas portugueses’ . La corrida incluso llegó a superar los 700 kilos . Y la tarde, que tuvo mucho que contar, se podría resumir con la gallardía de Rafaelillo , la solvencia torera de Octavio Chacón y el mérito de Cristóbal Reyes .
No olvidará jamás esta tarde el jerezano Cristóbal Reyes . Osó a doctorarse como matador de toros frente a un corridón de toros de Miur a , pese a que en su expediente apenas sumaba una veintena de novilladas con picadores. Y, pese a no conseguir el triunfo con el que seguramente soñaba, demostró su ambición por labrarse un camino, que, presumiblemente, no estará sembrado de rosas . Se le atragantó la espada, impidiendo que su firme y entregada primera labor recibiera premio. Y se armó de valor para tirarse a matar sin muleta al último de la corrida, siendo aparatosamente prendido, aunque el pitón no llegara a calar. Tuvo que pasar a la enfermería y Rafaelillo finiquitó al toro.
Octavio Chacón se jugó la vida . Sin tópicos. Una labor despejada y clarividente que supo extraer el máximo jugo del dificultoso lote . Dejó un meritorio ramillete de verónicas en primer turno, e incluso un quite por delante con sumo gusto. Los tendidos se pusieron en pie con la suerte de varas que protagonizó Santiago Pérez . Tres buenos puyazos de colocación y ejecución . Confiado, como si tuviera delante una becerra, empezó Octavio a ofrecer los vuelos de la muleta con sutilidad. Le arrancó una orej a , con la convicción de haber obtenido mayor premio de haber acertado con la espada al primer intento. Hizo lo posible y lo imposible con el quinto , que s e le arrancaba al pecho como un puma . Le consintió mil aprietos para acabar extrayéndole agua potable. La espada viajó por mejor camino en esta ocasión, y consiguió un segundo premio .
Rafaelillo , para no perder la costumbre, sorteó el peor lote de la tarde . Un primero largo de huesos y ofensivo de encornadura que revolvía el cuello a la altura de los tobillos . El murciano rápidamente caló su condición, colocándole hasta en cuatro ocasiones frente al piquero , y dejando éste cinco puyazos . Y le podría haber dado otros cinco, que el animal no iba a perder su gasolina. Le faltó entrega y le sobró peligro . Se hacía dueño y señor del terreno, en un ruedo tan pequeño. En cuarto turno se enfrentó a otro complicado animal que puso en aprietos a Lipi en banderillas. Rafaelillo lo lidió sobre los pies e incluso dejó retazos de tremendo mérito. Tras una extraordinaria estocada, el público lo premio con una oreja tras captar el peligro que hubo durante su labor.