Corrida Domingo de Resurrección
Tarde de ¡Romero y sanseacabó!
Manzanares corta la primera oreja en la apertura de la temporada: un festejo con cartel de lujo que supo a poco
Con el regusto del magnífico pregón que Alberto Garcia Reyes había pronunciado en el teatro Lope de Vega al filo del mediodía vivimos la tarde de estreno en la Maestranza. Recordando esa sociología de la plaza de toros que había apuntado el alcalde Juan Espadas tras calificar al texto de nuestro compañero como «uno de los mejores que se han pronunciado» sobre las tablas del recinto que planeó Aníbal González para la Exposición del 29.
En tarde de Domingo de Resurrección siempre aparecen nuevos personajes, nuevos rostros que conforman ese todo que es la plaza. Tuve la suerte de encontrarme con «la entendida» que nos narró punto por punto toda la corrida. Cómo El Juli tenía que sacar al primer toro a los medios para hacerle faena y a la vez pedía música a la banda de Tejera. No le faltó un «bien» y hasta un «ole» para cada pase que le gustó de la faena de Manzanares. Nos explicó varias veces quienes eran cada uno de los toreros y que había que clavar seis banderillas antes de cambiar el tercio.
A mi derecha, un señor que fumaba y comía pipas, callaba durante las faenas y solo rompió el respetuoso silencio de Sevilla en tres ocasiones. La primera para decir que hacía mucho aire cuando la muleta de El Juli flameó en el primero. La segunda para decir «uy» en el quite por chicuelinas ajustadísimas de Roca Rey. Y el tercero para preguntarme si escribía en alguna página y donde podía leer lo que anotaba. «En ABC, caballero. Hoy mismo en la web, mañana en papel».
A la izquierda, tres extranjeros, cámara en mano y también en silencio, no se perdían ni un solo detalle al tiempo que sufrían una barbaridad cuando los picadores realizaban la suerte de varas.
La fila de atrás dio mucho juego. Un joven aficionado sacaba fotografías con su cámara réflex en cada muletazo de El Juli y aplaudía las verónicas de recibo de Manzanares al segundo, fue apagando su intensidad de disparos a medida que avanzó el festejo.
Mientras tanto, intentábamos concentrarnos en lo que ocurría en el ruedo. El Juli venía a defender su indulto del año pasado, el de «Orgullito» y Manzanares el de «Arrojado» en 2011. Eso preguntó otro joven aficionado que iba por primera vez a los toros, que cómo se sabía si se indultaba un toro y cuándo los alguacilillos cortaban las orejas. Antes, su tío le había explicado qué función tenían y su origen para despejar la plaza. Después le aclaró por qué había que aplaudir a Juan José Domínguez cuando cerró al toro a punta de capote hasta el burladero.
Llegamos a la mitad de festejo y no había ocurrido casi nada. Había que animar el ambiente así que El Juli brindó al público a «Jara» un toro con el mismo nombre al que Roca Rey le cortó una oreja el año pasado. Pero eso fue el año pasado.
Por fin sonó la música para Manzanares en el quinto, que aunque protestado sirvió para que el alicantino -que domina la escena de este «Cielo Andaluz»- cortara una oreja tras su especialidad: la estocada recibiendo.
No quería irse de vacío el peruano Roca Rey al que le quedaba un último cartucho mojado con el que demostró su valor y dividió al público.
Mientras todo esto sucedía en el ruedo, me acordé de nuevo del pregón de Alberto García Reyes, en el que habló de un elegido. «Uno que después de 60 años de alternativa y de 19 de retirada sigue siendo el que manda». Me acordé de su último Domingo de Resurrección, el del 23 de abril de 2000. ¡Romero y sanseacabó!
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