Contracrónica de la Feria de San Miguel
Los combinados, mejor con hielo y tónica
Juan Ortega debutó como matador de toros en la Real Maestranza sumergido en una terna de extrañísima confección: con ‘El Fandi’ y José María Manzanares
Debutaba Juan Ortega como matador de toros en Sevilla. El último eslabón del toreo trianero , por primera vez ante su afición. Una temporada en la que se ha afianzado como uno de los diestros más exquisitos en su manera de interpretar y sentir la tauromaquia. Todo fluyendo a su favor, menos la gestión de su carrera. Alguien debería salir a explicarnos cómo es posible que s u presentación en la Maestranza fuera en una terna con David Fandila ‘El Fandi’ .
Que el granadino estuviera acartelado en esta Feria de San Miguel responde a tres cuestiones innegables: su honrada trayectoria profesional, la cuota Matill a anual y la imposición manzanarista del ‘telonero’ . La definición no es del periodista, sino de Morante de la Puebla , que ya versó sobre este asunto en una entrevista concedida a ABC el pasado mes de abril: « El ir por delante es un orgullo y es señal de que te mantienes en el tiempo. La antigüedad es un grado . Hay algunos que quieren ir siempre en segundo lugar. Yo no. Si hay que ir por delante, se va y no pasa nada».
Y no le faltaba razón al maestro de La Puebla, porque una figura de la talla de José María Manzanares , con dieciocho años de alternativa , no pierde categoría por empezar a abrir los carteles –sólo lo ha hecho en dos ocasiones en su carrera–. Con el debido respeto que aquí profesamos a ‘ El Fandi ’: no es torero para este cartel . En definitiva, que la carrera de Juan Ortega siempre quedará marcada por haber debutado en Sevilla sumergido en un combinado de difícil digestión .
Esa extraña rebujina restó copiosamente atractivo a la corrida . Y eso s e notó en los tendidos , que pasaron del presunto sesenta por ciento del sábado a lo que presumiblemente era la mitad del aforo ¿ Sería esto un treinta por ciento ?
La corrida de Jandilla , que bajó un escalón de la anterior, tampoco se aproximó al modelo ansiado por esta afición. Se movió mucho, y mal . La movilidad, si no va acompañada del ritmo y la clase, difícilmente sirve para algo. La Banda del Maestro Tejera volvió a ser protagonista: acertó tocando tras el recibo orteguista y restó méritos a la entonada faena manzanarista, autosilenciándose inoportunamente. De las t res verónicas , de la media belmontina y de los dos trincherazos por bajo de Juan Ortega ya les habrá escrito el maestro Amorós .
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