Caballos toreros en el primer tercio

La cuadra de caballos de picar Antonio Peña lleva desde 1925 toreando en la Maestranza de forma ininterrumpida

Mario Benítez posa con uno de los caballos de picar que integran su cuadra JUAN JOSÉ ÚBEDA

LORENA MUÑOZ

En la Vega de Triana descansan los caballos de picar que cada tarde torean en la Real Maestranza . La temporada taurina también ha acabado para ellos. Este año han sido 64 festejos . En los años buenos han llegado a cien. La cuadra lleva el nombre de Antonio Peña, pero es su hijo Enrique quien sigue con la profesión que inició su bisabuelo. Antonio Cruz García , de San Juan del Puerto, se asoció en 1920 con «El Camero» , un picador de Joselito El Gallo . En 1925 pisaron por primera vez el ruedo maestrante. Ya van 91 años.

«La cuadra llegó a tener 180 caballos porque el Reglamento te obligaba a tener 25 y 30 por festejo. Ahora tenemos veinte: en plazas de primera hay que tener seis y cuatro en las de segunda y tercera», explica Peña. En la plaza cada cuadrilla pica con un caballo. «Salen tres para los seis toros, el que hace la puerta es el mismo», asegura. El Reglamento andaluz indica que los picadores tienen que sortear los caballos pero la costumbre es que se elija por antigüedad.

Los caballos de picar tienen sangre de percherones, sobre todo, y bretones, cruzados con sangre inglesa o española. «No conocemos el origen exacto, porque no los criamos y tampoco yeguas sino que compramos, en el norte. Son caballos que se usaban en el campo o para el tiro», subraya Peña. La doma se realiza en la cuadra sevillana. De eso se ocupa el encargado Mario Benítez , que además selecciona y es quien vive con ellos cada día. Es mozo de caballos en la plaza, que no monosabio, un término extendido entre los aficionados pero que no gusta a los protagonistas. La plantilla de mozos que salen al ruedo son competencia de Peña con «diez en Sevilla y un mínimo cuatro».

Plazas importantes: Olivenza, Sevilla, Córdoba, Badajoz, Málaga, Huelva, Azpeitia o Ceret, desde hace dos años, cuentan con Peña

«Primero miro sus características y las hechuras. Lo siguiente es ver si viene montado y qué doma tiene, es fundamental que esté sometido», destaca. Luego viene el trabajo que depende del carácter de cada caballo. Es una labor paso a paso e incluye colocarle los manguitos, el peto y «taparlo» de orejas y ojos como saldrá a la plaza. Y la tarea de «empujarlos» entre unos cuantos mozos como si fuera el toro. Mario se ha criado en la casa donde trabajaba su padre y ha aprendido de Antonio Trigo o Juan Rebollo y de profesionales del caballo como Pepe Domínguez o Cayetano Tirado . «El caballo tiene que estar en la mano porque varía mucho del campo a la plaza donde el picador se monta y tiene que atender a las órdenes que le da».

Pero no todos los caballos sirven para todas las corridas. Enrique es torero y conoce las reacciones de los toros. Junto a Mario selecciona los más apropiados según sea la ganadería además de cuidar el número de toros que pican a lo largo del año. «Hay ganaderías que les exige más que otras como Garcigrande que busca mucho por los pechos o Dolores Aguirre que empuja y mansea y desconcierta a los animales. Luego hay caballos que son muy habilidosos y otros tienen corazón pero les falta fuerza» destaca Benítez .

«Cuando compramos caballos vemos que les ponen nombres como Rocky, Sansón» pero en Peña tienen nombres taurinos. Entre los nuevos está Belmonte y Marismeño que con quince años es uno de los veteranos. Ordóñez , Calzadito, Romeo, Patanegra, Deseado y Girasol, son los ocho que torean en plazas de primera. Mario, que ha ganado premios evitando cornadas a los caballos y a los toreros, asegura que la cuadra en este momento está «muy conjuntada y seleccionada».

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