Toros
El buen gusto de Borja Jiménez se impone a una pésima corrida en Niebla
Los hermanos Jiménez volvieron a torear tras dos años en blanco con un desrazado encierro que apenas les ofreció oportunidades
Tanto nadar para terminar ahogados en la orilla. A los hermanos Javier y Borja Jiménez les llegaba una oportunidad única para reivindicarse como toreros tras pasar dos años sin vestirse de luces . Un largo tiempo en el que su preparación ha sido tan constante como su evolución . Un esfuerzo digno de ser correspondido con la materia prima esencial en este arte: el toro. No era el día de escatimar recursos . Fallo imperdonable del responsable de haber elegido un veterano encierro que ni ofrecía garantías previas ni permitió el lucimiento .
Javier pensaría que le habían tomando el pelo cuando le pusieron el primer examen sobre la mesa. Dos cursos pendiente de esta oposición para enfrentarse a un imposible. Tanto esfuerzo para nada. Un toro tan bruto como violento . En el recibo llegaron los primeros navajazos por el lado izquierdo . El capote se deshilaba como una bobina. La única oportunidad de brillar la tuvo en el brindis a Antonio Ruiz ‘Espartaco’ (padre): «Por el cariño y el respeto que le tengo. Por el ejemplo que nos está dando. Lo ha sido siempre y ahora lo está siendo aún más. No se lo brindo yo, sino que se lo brinda la cantidad de toreros que usted ha hecho . Enhorabuena y muchas gracias por lo que está haciendo». Pero en ese tramo de tiempo nada había cambiado en la condición del oponente. Embestía con el pitón contrario, sin entrega y con las querencias siempre presentes . El éxito fue escaparse de la voltereta, pese a no haber escatimado en entrega. La oreja fue un reconocimiento al tragantón que pasó.
Con el quinto al menos pudo estar más sosegado . Valiente y estático en un quite por tafalleras y un inicio por estatuarios a una mano. Pero ligarle era una quimera . Sin poder, sin raza y sin calidad para al menos destacar de uno en uno. Demasiado voluntarioso estuvo el mayor de los hermanos.
A Borja Jiménez le acompañó la suerte en el sorteo. Un lote igualmente aquerenciado y desrazado, pero con matices de calidad . Su primero venía prendido entre alfileres . Pero le permitió mostrarse con un insólito oficio y solvencia para un matador que cuenta con los dedos de la mano sus actuaciones en el escalafón mayor. El chispeante no lo acobardó. Y tuvo el mérito de ir construyendo una faena que, sustentada en la pausa y la suavidad, se rubricó con una serie plagada de gusto y plasticidad . Sus cites eran caricias al hocico. Recibió las dos orejas .
En sexto lugar se encontró con el animal de mejor condición de toda la corrida. Un toro que deambuló durante los primeros tercios derrochando querencias. Borja lo iba sobando, sin permitirle nunca dos pasajes seguidos. Hasta que llegó el momento de lanzar la moneda . No quería irse a medias tintas y se enfibró . El toque tornó en contundencia, el trazo en dominio. El público por fin rompió. Le costaba un mundo al animal , pero la decisión del diestro era el azúcar que lo endulzaba. La estocada casi entera fue efectiva y volvieron a caer otras dos orejas .
Abrió cartel el rejoneador onubense Andrés Romero , que dio una lección de doma y conocimiento de los terrenos . Dos oponentes muy agarrados al piso que siempre buscaron los terrenos próximos a las tablas. Conectó con los tendidos en todo momento y puso a todo el público tras un arriesgadísimo quiebro a lomos de ‘Fuente Rey’ . Le engañó ese cuarto toro de salida, que tuvo brío y se le pusieron dos rejones de castigo , pero finalmente se vino abajo y acabó muy parado.