Bronca al palco y dos vueltas para Eric Olivera

El presidente, que debutaba, niega la oreja al novillero en un interesante encierro de La Quinta

Los novilleros, antes de realizar el paseíllo Juan Flores

Lorena Muñoz

La primera de promoción era una noche para debutantes. Lo hacían los novilleros y también Joaquin Herrera en el palco. Y lo hizo con polémica y bronca al negar la oreja que el público pidió con fuerza al mejor de la noche, Eric Olivera , que una vez más demostró el buen nivel que tiene el Patronato Provincial de Tauromaquia de Badajoz.

Los novillos de La Quinta preciosos de estampa y dieron juego variado, y el suyo no fue fácil. Olivera actuó con solvencia y disposición, se colocó en el sitio y le puso la muleta por delante en una faena que logró muletazos de buen trazo. Mató a la primera y dio dos vueltas al ruedo.

Carlos Fernández manejó con soltura el capote a la verónica y en el quite por chicuelinas a un novillo aplaudido en el arrastre que llegó a la muleta repitiendo y desplazándose. Sonó la música en una faena a la que le faltó llevarlo más toreado. Dejó un pinchazo arriba y dio la vuelta tara una leve petición.

José María Trigueros , de la Escuela de Murcia, lo pasó mal con la espada e incluso se quedó prendido en una fea voltereta. Puso voluntad, sonó el pasodoble pero no encontró las distancias ni cómo llevar la embestida gazapona así que fue silenciado.

Alvaro de Chinchón, de la Fundación El Juli , sorteó un novillo complicado al que toreó con gusto al natural. Se llevó dos revolcones y demostró oficio en un quite por tafalleras. La estocada cayó muy atrás y al atascarse con el descabello fue silenciado.

Las ovaciones más cerradas de la noche se las llevó Manuel Casado , de Lora del Río, con dos largas de rodillas para recibir al cuarto, pronto a los engaños pero nada fácil. Voluntarioso, inició también de hinojos y lo sacó al centro del ruedo donde dio muchos pases y una serie final de arrebatados molinetes. Falló con estrépito con la espada, sus paisanos le pidieron el trofeo y acabó silenciado.

Víctor Barroso, de la escuela de La Gallosina, cerró el cartel en la que era su segunda novillada. Demostró que tiene buen concepto pero el novillo pedía distancia y no siempre pudo dársela ya que había que llevarlo muy toreado. Dejó una habilidosa estocada arriba y saludó.

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