Toros
Aparece en Villanueva del Arzobispo un nuevo caso del «virus del indulto»
La corrida de toros celebrada en localidad jienense quedó marcada por el exagerado indulto de un toro de Victorino Martín

No son pocos los males que atraviesa la Fiesta Nacional en estos momentos para tener que sumarle uno nuevo, que podría ser incluso más preocupante que el resto: la fiebre del indulto . Una deriva dogmática que pone en jaque el verdadero sentido de la liturgia de la tauromaquia: el toro debe morir en la plaza —excepto en casos excepcionales—. Y lo de este martes en Villanueva del Arzobispo no fue excepcional, más allá del imponente trapío que presentaron los toros de Victorino Martín en esta plaza de tercera categoría; hechos habituales en esta distópica temporada que no deben estar agradando a las cuadrillas, quienes se rebajaron un 25 por ciento sus honorarios para afrontar la calamitosa situación, y que se están enfrentando a auténticos toracos a precio de novillada .
Dice un viejo refrán que Villanueva del Arzobispo es el pueblo de las tres mentiras : «Ni es villa, ni es nueva, ni tiene arzobispo»; pero la mayor engañifa que se vivió esta tarde en el coso jienense fue la desvirtuación del indulto, reservado —supuestamente— para toros sublimes. La temporada lleva un camino preocupante: a indulto por tarde. El hedonismo se ha apresado de los tendidos y los palcos . Le llaman «mensaje de vida», aunque realmente sea una aproximación de la corrida portuguesa. El pañuelo azul ha desaparecido de la balaustrada .
La corrida de Victorino Martín, además de seria y ofensiva, fue dificultosa. En ese aspecto no defraudaron los toros de la A coronada. Aunque la tarde se estaba haciendo larga y pesada hasta que apareció en quinto turno «Muralista», herrado con el número 95, que embistió con brío y obligó a su lidiador, Rubén Pinar , a comprometerse en una faena de reseñable valor técnico que supo tapar la principal carencia de este toro «de indulto»: la falta de humillación .
Han leído bien: indultan un toro Victorino que adolece de humillación, que es la principal virtud de estos animales. Con los surcos por el albero de aquel «Cobradiezmos» aún en nuestras retinas, «Muralista» dejaba mucho que desear . Esta siniestra decisión resta méritos a un importante animal que ofreció las embestidas más acompasadas de la tarde. Y también a Rubén Pinar, que le aprovechó su buen pitón derecho y consiguió dejar naturales de importancia, así como un importante cierre de faena intercalando ayudados, cambios de mano y remates por bajo. Debió meterle el acero y engrandecer con mayor honradez la memoria de «Muralista» .