Feria de San Miguel
Se acabó el llanto: ¡viva el toreo!
Los toros volvieron a Sevilla en una tarde en la que precisamente fue eso lo que faltó: el 'toro de Sevilla'
Eran las seis de la tarde . Las seis en punto de la tarde. La elegía cedía los trastos a la oda, a las seis de la tarde. Oda a Sevilla, al toreo y a su resurrección ; a las seis de la tarde. Lo demás era vida y sólo vida, a las seis de la tarde.
A las seis de la tarde. En ese mismo instante terminó el llanto de Sevilla por su huérfana Maestranza . Del vacío más tiránico al lleno más exultante. Tanto que ni se notó el cuarenta por ciento del aforo que Pagés había advertido que dejaría precintado en la taquilla. El entusiasmo del otro sesenta abultaba doble ¡Qué ambientazo!
Y ahí estaba ella, más bonita que nunca . En impecable estado de revista. Digna de ser inmortalizada durante el histórico paseíllo, con los toreros cuadrados en el medio del redondel. Sonando el himno de la nación , mientras las lágrimas caían por el rostro de la afición.
La globalización del toro
Era la tarde del reencuentro . Se reencontraba Sevilla con el toreo , Morante con su afición y Pablo Aguado con Roca Rey . Todo eran reencuentros, menos en los corrales de la Maestranza, donde hace ya varios lustros que se dio por perdido al ‘toro de Sevilla’ . ¿Es que nadie se acuerda de ‘ Flautino ’?
La globalización también ha llegado al toreo. No hay diferencias entre Sevilla, Madrid o Bilbao . Sale el mismo toro. Que cierra un poco la encornadura, para Sevilla (de ayer, sólo un par de ellos); que son destartalados, para Madrid ; que no lo han querido ni en Sevilla ni en Madrid, se lo tragan en Bilbao. Siempre y cuando alguien tenga la decencia de volver a dar toros en Bilbao...
La corrida era voluminosa , exceptuando el armónico segundo. En los corrales de Sevilla no sólo se debería pasar por la báscula. También habría que medirles la altura, el pecho y la encornadura . ¿Cómo vamos a ver a un torero tan exquisito, y a la vez tan frágil, como Pablo Aguado con el toro de la carretera ? Es un contrasentido .
Aunque después de tanto tiempo de sequía no vamos a centrarnos en la queja: me encandiló el dulce y apretado momento de Morante , dispuesto y torero con el cuarto; me estremeció el insultante arrojo de Roca Rey , que se divertía mientras los pitones le dibujaban brochazos por el raso del vestido; y me puso en pie una media verónica de Pablo Aguado que abrochaba un armonioso y sagaz quite por chicuelinas.
¡ Viva el toreo !
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