Pepe Reyes
Castella y Manzanares abren la puerta grande en el epílogo de la Feria de Jerez
poteósico final de una tarde, que muy pronto quedó sumergida en los alegres ámbitos de lo generoso y lo festivo, con un público entregado a la valoración superlativa de cuanto hicieran los toreros y una presidencia excesivamente dadivosa en la concesión de trofeos