sanfermines 2022
Juan Carlos Unzué: «El chupinazo dará visibilidad a la ELA en todo el mundo»
El exfutbolista, que en su juventud invitó a vivir las fiestas a compañeros como Txiki Begiristain o Pep Guardiola, cree que «la grandeza de los sanfermines es que la fiesta está en la calle y la gente que viene de fuera se siente como uno de casa»

Nunca pensó que un día lanzaría el chupinazo desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona y menos aún que lo tiraría en los sanfermines más esperados de la Historia, tras dos años suspendidos por la pandemia. Para Juan Carlos Unzué, que nunca se ... desligó de su tierra, es un gran honor gritar a los cuatro vientos ese «Viva San Fermín» que descorchará 204 horas de alegría, pero también una oportunidad única de mostrar al mundo entero esa cruel enfermedad de la ELA que el exfutbolista navarro padece desde hace cuatro años. «Cada día perdemos a dos compañeros y otros dos se unen al equipo», dice el antiguo guardameta que jugó en el Osasuna, Barcelona, Sevilla, Tenerife y Oviedo. La esclerosis lateral amiotrófica no tiene cura y avanza inexorable en sus vidas, arrebatándoles poco a poco el control de sus músculos. Por eso claman medidas urgentes para que todos los enfermos disfruten de una vida digna. «No tenemos tiempo que perder», remarca.
Unzué, que tanto disfrutó en su juventud de las fiestas con Txiki Begiristain, Pep Guardiola y otros muchos amigos que dejó en los equipos con los que jugó, espera con ilusión ese momento en el que encenderá esa mecha de juerga, buen rollo, familia, amigos... y de conciencia.
Con su conversación, ABC inicia una serie de reportajes sanfermineros desde las calles de la capital navarra, que aguardan con ilusión expectante el momento de anudarse el pañuelico rojo al cuello. «Este año, sí», «este año, por fin». No solo lo dicen los carteles con los rostros de pamplonicas que decoran plazas y avenidas. Lo repiten los conocidos que se cruzan en los semáforos, como un sortilegio con el que alejar para siempre el Covid. Ya falta menos. A las 12 del mediodía, todos estarán con Unzué.
—¿En algún momento de su vida pensó que lanzaría el chupinazo?
—Sinceramente, no. Nunca pensé que pudiera tener este honor. Es verdad que hace unos meses, antes de hacerlo oficial, se oía la posibilidad en los medios. Poder confirmarlo y que me lo comunicase de forma oficial el alcalde me hizo sentirme muy contento y orgulloso.
—¿Cómo fue ese momento en el que le notificaron que era el elegido?
—La incertidumbre duró una semana. Enrique Maya me había llamado y me había dicho que iba a proponerme a los partidos, que estaba seguro de que su propuesta saldría adelante, y una semana después recibí la respuesta del mismo alcalde informándome de que sí, de que había salido elegido y que iba a tener ese momento para disfrutar como pamplonés y como navarrico.
—¿Qué supone para usted a título personal?
—Es un gran honor como navarrico, que ha vivido muchos años fuera, pero no ha olvidado de dónde venía. Fue uno de los consejos que escuché a mi padre: «Mira, Juan Carlos, puedes llegar donde quieras, lo más arriba posible, pero no te olvides de tus raíces». Y nunca lo he hecho. Siempre he estado en contacto con la familia y los amigos de la infancia y pese a haber vivido más años fuera de Pamplona, siempre he tenido muy presente mi infancia, mi crecimiento en Osasuna como futbolista y como persona, y mis vivencias en el pueblo, Orcoyen, y en Pamplona durante esos 21 primeros años.
—¿Ha pensado en volver a Pamplona?
—De momento seguimos instalados en Barcelona. Allí tenemos a nuestros tres hijos independizados y también es verdad que es una ciudad en la que estamos muy a gusto y que, por su clima, ayuda a llevar la enfermedad del ELA de mejor manera. A nosotros nos hace más daño el frío que el calo y yo me he acostumbrado a levantarme más días con el cielo azul. Es energía positiva.
—¿Va a aprovechar estos sanfermines para pasar unos días en Navarra?
—Ya estamos en Pamplona. Llegamos el día 30 y nos quedaremos hasta el 11 de julio para disfrutar de la familia, del chupinazo, de los sanfermines, de las amistades y del cariño de mucha gente a la que espero corresponder.
—¿Cómo eran los que vivía antes y recuerda con cariño?
—Soy de Orcoyen, un pueblo muy cercano a Pamplona (a 5 kilómetros) y hasta los 14 años, subir a Pamplona era algo muy especial. Recuerdo que de chaval, al ser el pequeño de la familia, íbamos el 7 de julio a comer a casa de mis tíos con mis padres y después aprovechábamos el día, pero el resto de las fiestas, como teníamos una empresa familiar, había que trabajar. En cierta manera, esos primeros años no me calaron tanto. Después llegó la adolescencia y siendo adulto, rápidamente me fui a vivir fuera. He aprovechado los sanfermines como excusa perfecta para que conociesen la ciudad y la fiesta muchos amigos que he tenido y he dejado en los equipos donde he estado. Solía convocarlos a todos, independientemente de que se conociesen o no, a venir 24 horas para vivir las fiestas de San Fermín de día y de noche, aunque he de admitir que en esa época lo vivíamos más de noche. Y tengo el recuerdo de la satisfacción con la que se iban todos esos amigos. Realmente se sentían uno más. Creo que la grandeza de las fiestas de San Fermín es que la fiesta está en la calle y que hasta el mismo atuendo, la vestimenta, ya te iguala a cualquiera que sea de la ciudad. Eso ha hecho que la fiesta sea tan reconocida y la gente la haya disfrutado tanto, porque la fiesta está en la calle y la gente que viene de fuera se siente como uno de casa.
—Entre esos amigos, ¿había caras conocidas?
—Sí, evidentemente. Uno de los más asiduos durante muchos años fue Txiki Begiristain, que es de Guipúzcoa y ya de chaval se acercaba. Siguió manteniendo el buen hábito de venir a San Fermín y la verdad es que lo pasábamos genial. Un año también vino a conocer la fiesta con su mujer Pep Guardiola. Es verdad que no repitió más veces, pero le impactó la juerga y el buen rollo que vivimos.
—Y este año ¿cuáles son los momentos que no quiere perderse?
—Por mi situación física y al estar en una silla de ruedas, estoy condicionado, pero estoy seguro de que voy a disfrutar de muchos momentos. El punto máximo será ese 6 de julio a las 12 en el Ayuntamiento y el rato de antes y el posterior. Y después, poder disfrutar con los míos. El día 7 nos vamos a juntar toda la familia Unzué, con los hermanos, la madre, los sobrinos... Ahora aún si cabe disfruto más y valoro más esos momentos de estar en familia y disfrutar de los amigos. Más allá de esto, seguro que voy a vivir más el San Fermín de día que el de noche.
—También tiene su aquel en buena compañía...
—Sin duda. Creo que los sanfermines los puedes disfrutar de muchas maneras. De noche está más relacionado con la juerga, con el baile, pero las fiestas también tienen esos momentos de día de ir a ver las peñas, el encierro... Hay muchas actividades, alguna seguro que desconozco y que voy a descubrir en estos sanfermines.
—¿Corrió alguna vez el encierro?
—No tuve el convencimiento para saltar la valla y ponerme delante de los toros. Me hubiese gustado mucho porque creo que lo que deben sentir esos corredores es único, pero he sentido siempre que era demasiado riesgo, que no me compensaba por mucho que fuese a sentir algo maravilloso y único. Además, en la época en la que estaba más capacitado, no dejaba de ser jugador profesional. Era mi trabajo y tenía que ser responsable.
—¿Está ensayando para ese gran momento del chupinazo?
—¿Y cómo se entrena esto? Hablé con César Palacios, que lo tiró el año del ascenso de Osasuna como capitán, y me decía: «Juan Carlos, esto no te lo puedo contar. Lo tienes que sentir. Vas a tener esa suerte de vivir ese momento y después me contarás». Es un momento único que cada uno lo vive de manera diferente. Creo que va a ser muy, muy emocionante.
—Y lo va a ser para todos los que le veamos, después de más de dos años de pandemia. Van a ser unos sanfermines muy recordados.
—Seguro. Van a ser muy recordados y muy deseados. El hecho de que podamos lanzar ese chupinazo conlleva que estamos volviendo a la normalidad. Aunque desgraciadamente aún muere alguna persona cada día por Covid, sus consecuencias van siendo menores y estamos cerca de adaptarnos a esta nueva realidad y de que el Covid no haga daño.
—¿Llegó a pasar el Covid, Juan Carlos?
—Sí, hace mes y medio. Por suerte, lo esquivé durante el tiempo más complicado y lo he pasado casi asintomático. Los dos primeros días un poco de fiebre y muy cansado, pero he tenido la fortuna de que no ha sido grave.
—La ELA estará estrechamente unida a un chupinazo que será muy visto después del Covid.
—Evidentemente, es una parte importante. La gente ya me relaciona más con la ELA que con mi etapa futbolística y lo agradezco en cierta manera porque es mi objetivo de vida ahora mismo: visibilizar esta enfermedad. Va a ser una oportunidad de mostrarla a nivel nacional e internacional y con entrevistas como ésta, poder explicar cuál es la cruda realidad de mis compañeros de equipo de la ELA. Seguimos con muchas necesidades. La principal es que esta Ley ELA que está en proyecto sea efectiva lo más rápidamente posible. Necesitamos el apoyo de los políticos, de todos porque es una cosa de todos para que las medidas que han aceptado en la proposición de ley sean una realidad y se hagan efectivas lo antes posible porque la ELA no espera a nadie. Cada día se lleva a tres compañeros y cada día se unen al equipo otros tres. No hay tiempo que perder. No poder dejar pasar los días como si no ocurriese nada. Para nosotros el tiempo es oro y por la situación en la que están la mayoría de los compañeros, no podemos permitir que no tengan los mínimos para acercarse a una vida digna. Creo que estamos poniendo en duda el mayor derecho de las personas que es el derecho a la vida y a una vida digna. Es lo que reivindicamos.
—¿Cuáles son las necesidades más urgentes de los afectados?
—Por desgracia son muchas. Necesitamos que se investigue más y se destine más dinero público para la investigación, pero además necesitamos que los trámites burocráticos para la incapacidad laboral, la discapacidad y el grado de dependencia se automaticen en el momento del diagnóstico, para que no tengamos que vivir un estrés extra al que ya genera escuchar a tu neurólogo que tienes una enfermedad incurable con una esperanza de vida de tres a cinco años. Y otra gran necesidad, la que conlleva un gasto mayor en una familia con un enfermo de ELA, es el tema de los cuidadores. A día de hoy no los encontramos formados. Los tenemos que formar y pagamos los gastos los afectados o las familias y esta es una enfermedad carísima.
—¿Las autoridades navarras se han comprometido a algún tipo de ayuda?
—En Navarra, como en Cataluña ha habido movimientos gracias a adELA, la Fundación Miquel Valls y otras asociaciones. Está muy bien que se nos escuche, pero necesitamos que se den pasos lo más rápidamente posible. El ideal sería que lo consiguiéramos de inicio en todas las comunidades, pero en un momento dado, si se consigue primero en una comunidad, espero que eso anime y presione para que otras hagan lo mismo. Si se puede en Cataluña o se puede en Navarra, por qué no va a ser posible en Andalucía o en Galicia.
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