TOROS
Encastado encierro de Peñajara y una oreja para Daniel Crespo en El Puerto
Meritosa tarde del novillero y sus compañeros de terna, Pablo Aguado y Alfonso Carvajal
La ganadería de Peñajara , de procedencia Ibán y a la que se ha descubierto pinceladas de sangre de la ancestral casta jijona, hacía su presentación en la Plaza Real con esta única novillada anunciada en el ciclo. Y el juego ofrecido por los seis novillos ha resultado variado e interesante, unos encastados y con ciertas dificultades y otros nobles y con bravura. Pero todos bajo el común denominador de la transmisión y la exigencia, aspecto que nunca debe faltar en la tauromaquia. Ante ellos, todo cuánto haya podido realizar la joven e inexperta terna debe otorgársele el valor y el mérito que merece.
No pudo abrir la verónica en plenitud Daniel Crespo ante la escueta embestida que presentó el castaño de Peñajara que abrió plaaza, que se quedaba bajo los vuelos del capote y no se entregaba tras el engaño.Se lució Daniel Crespo en un quite por gaoneras y ya se advirtió un cambio a mejor de la res, con mayor largura y celo, durante el tercio de banderillas.
Novillo encastado y exigente al que Daniel Crespo plantó cara con un toreo recio y poderoso, de mano baja y planta quieta. Única fórmula para someter la viveza, encendida repetición y la saña con que acometía su brevo oponente. Animal que se acostaba por ambos pitones y que le levantó los pies del suelo al portuense, al quedar éste descolocado mientras toreaba al natural. No se amilanaría por ello el joven espada, que aún conseguiría varios naturales sueltos de mérito antes de cobrar una media estocada, que necesitaría de cinco golpes de verduguillo.
TambIén derrocharía casta y ciertas dificultades el cuarto de la suelta , que se revolvía con premura y ceñía su acometida al cuerpo del espada. Pero a medida que avanzaba el trasteo de muleta, el novillo mostraría una sosería cada vez mayor, circunstancia agravada por la opaca labor de Daniel Crespo, que en ningún momento pareció entenderse con la embestida de la res. Faena de muletazos aislados, cuyos pasajes más lucidos llegaron al final, en terrenos cercanos a chiqueros.Ya había escuchado un aviso cuando rubricó su actuación con media estocada.
El segundo de la tarde fue un bello cárdeno salpicado, de dura e incómoda acometida de salida, que punteó en repetidas ocasiones el rosado percal de Pablo Aguado . Empujó después con bravura bajo el peto pero tendió a salir suelto de las chicuelinas con que quitó el novillero sevillano.Inició éste el trasteo, con valentía, de hinojos y procedió al toreo en redondo frente a un ejemplar que salía con la cara suelta y rebrincado de los muletazos.Defecto que mantuvo durante el breve ensayo del natural por parte de Pablo Aguado. reiterada circunstancia que motivó que el trasteo no alcanzara el vuelo deseado. Cobró una buena estocada el sevillano y fue ovacionado.
Con una larga cambiada a porta gayola y un ramillete de verónicas recibiría después al quinto de la suelta, animal de franca y boyante embestida, que apretó en varas y siguió con nobleza el vuelo de la capa que Aguado le presentaba en su quite por verónicas.
Óptimas cualidades que el joven novillero supo aprovechar para torear con cadencia y ritmo en faena basada en el toreo en redondo. Largo trasteo, demasiado, en cuyo transcurso el novillo nunca paró de acudir con prestancia y humillación a cuanto cite se le requería. El mal uso de los aceros privaría a Pablo Aguado de la obtención de trofeo.
El tercer novillo bajó el nivel de presentación respecto a sus hermanos, con el que Cadaval se estiró con gusto a la verónica. Y tras dos soporíferos primeros tercios, se pudo advertir que el animal carecía también de la emoción y la intensidad en las embestidas que habían derrochado los ejemplares precedentes. Nobles intenciones de la res, que Cadaval aprovechó para plasmar una tanda de cuajados y largos naturales y hasta gustarse en detalles sueltos de torería. Punttos álgidos de una faena que careció de redondez pero que permitió entrever el fino corte al que aspira este novillero.Con lances a pies juntos recibió al que cerraba plaza, animal que derrochó fijeza pero que tendía a echar la cabeza arriba a la salida de las suertes.
Muleta en mano, el también sevillano Cadaval no logró entenderse con su enemigo, al que pasó por ambos pitones sin convicción ni acoplamiento. Pasó un quinario con la espada y fue aplaudido.
La ficha
Seis novillos de Peñajara , variados en presentación y juego. Encastados y nobles en general.
Daniel Crespo , de verde y oro. Ovación tras aviso y oreja tras aviso.
Pablo Aguado , de azul marino y oro. Ovación tras aviso y vuelta tras aviso.
Alfonso Cadaval , de celeste y oro. Ovación tras aviso y palmas tras aviso.
Plaza de toros de El Puerto , un cuarto de plaza en tarde entoldada.
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