Toros en Sanlúcr
La emoción del toro, la verdad de la fiesta
La corrida acabó con susto por la cogida de Cristóbal Reyes, que acabó en la enfermería en el día de su alternativa
Veinticinco mil kilos de sal policromada alfombraban el ruedo sanluqueño para convertirlo en un mosaico luminoso que conmemora los quinientos años de la primera circunnavegación del globo terráqueo por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano y sus intrépidas huestes marineras.
Bellísimo, original impacto visual que se completaba con una minuciosa sincronía a la época evocada en los atuendos de todos los actuantes. Y para dar taurina réplica a tan descomunal hazaña, nada mejor que anunciarse en una corrida con la legendaria divisa de Miura.
Lo hacían Rafaelillo y Octavio Chacón, curtidos en estas encarnizadas lides, acompañados del toricantano Cristóbal Reyes , ante al que hay que descubrirse por el enorme mérito de tomar la alternativa ante astados de Zahariche.
Irrumpía el primer toro por la boca de sombras de chiqueros y pareció que el multicolor escenario se invadía de una ola de pasado, de un soplo de tauuromaquia atávica, virginal, decimonónica. Carifosco, vareado, agalgado, huesudo, musculado, de mirada encendida y acometer furioso, el cárdeno oscuro que abría plaza no facilitó la labor capotera de Crstóbal Reyes y recibió tres duros puyazos en el caballo.
A pesar de ello, su condición dura y correosa le permitió llegar al último tercio con manifiesta movilidad, lo que aprovechó el doctorando para plasmar series pulcras en redondo con firmeza de planta y trazo recio y decidido. El toro, que nunca paró de embestir, regaló nobleza a pesar de su permanente punto de aspereza y carencia de humillación. Empañaría su labor Reyes con el uso de la espada, pues pinchó con reiteración y despachó, al cabo, de certero descabello a este primer toro de su carrera.
El segundo, negro de capa y de fina y agresiva encornadura, se quedó corto bajo el capote de Rafaelillo y fue castigado con cuatro contundentes varas. Arribó al tercio de muerte con una embestida reiterativa y a media altura pero que fue tornándose incierta a medida que se orientaba. Firme y decidido el diestro murciano, pasó el trago con veterana solvencia y finiquitó su actuación de pinchazo, estocada y descabello.
Se gustó Octavio Chacón en su saludo capotero al impresionante castaño que hacía tercero, condujo después sus medias embestidas por delantales al caballo y repitió la misma suerte en un quite muy logrado. Otra trilogía de puyazos recibió este ejemplar que se dolió en banderillas y berreó con estruendo antes de tomar con prontitud y sin boyantía la pañosa de Chacón. Toque suave, dominio y mucho gusto derrochó el de Prado del Rey en una lucida labor muleteril que culminó de pinchazo, media y certero golpe de verduguillo.
El cuarto, de enorme alzada y playero de cuerna, cortó mucho en banderillas y convirtió el tercio en auténtico suplicio para el peonaje. Imprevisible y peligroso, Rafaelillo lo trasteó con decoro entre tarascadas y lo pasaportó de gran estocada. 706 kilos de negro Miura, el quinto puso en serios apuros a Chacón, al que buscaba con saña en cada muletazo, que se fajó en valerosa lid rubricada de fulminante volapié. El que cerraba plaza humillaba aunque con corto viaje, ante el que Cristóbal Reyes mostró ganas y quietud en meritoria faena. En inesperado gesto de valentía entró a matar sin muleta y resultó cogido. Rafaelillo pasaportó al animal.