FEria de Palencia
Formidable lío de Daniel Luque en la España de Morante
El torero de Gerena, con cuatro orejas y un rabo, logra el desmedido indulto de un toro de Cuvillo que no humilló

Morante es España. Y de España se vistió en la goyesca en homenaje a Marcos de Celis. Bicolor el terno: de dorada caña la chaquetilla y de grana la taleguilla, con pasamanería azabache y una redecilla con madroños que trasladaba a la era del romanticismo ... del pintor de Fuendetodos. Solo un romántico puede vestir así; solo un romántico puede torear así. Del arca de otro siglo rescató suertes, recortes y hasta el modo de mirar al toro. Una mirada dieciochesca, con una manera de ser y sentir que rompía moldes. Aquello era la revolución de la libertad frente a Cacareo. Un toreo de quilates frente a un cuvillo medio, que rozaba lo vulgar. Qué contraste.
Sorprendió ya Morante en el quite por alto para aliviar el justo poder del toro, que recibió un feo puyazo contrario. Al alza las manos en los ayudados de apertura, con un doblón de añejo aroma. La inspiración del molinete dio paso a una serie embarcando el derecho, que punteaba. «Toooro», le decía. Y le daba el toque de la precisión para encajarse con donosura. No habría retorno en el remate rodilla en tierra. Una pintura antigua, maravilla de las maravillas. De pronto, se echó las telas a la zurda: obedecía por ese lado, pero sin romper p'alante. Dos se tragaba y al siguiente protestaba. La simpleza del toro hacía olvidarla Morante con sus detalles, que eran mucho más que pinturería. El quiquiriquí del arte lo ponía el de La Puebla ante Cacareo. A gloria supieron la trincherilla y el de pecho. O ese otro ayudado por bajo tras su toreo vertical, sin esos aspavientos de los 'gachetobrazos' de hoy. Un collar a dos manos aportó aún más luminosidad a la obra, deshuesada de vulgaridades hasta en ese abaniqueo de cuando no había ni ventiladores. Aire fresco, con todo su poso a cuestas. A su antojo manejó al cuvillo en el sitio de su recreo, en el sitio donde engarzó las trincheras. No hubo una sola partícula sin fantasía ni belleza. La oreja era solo eso, una oreja, un despojo frente a tanto esplendor.
Como no hay luz que no arroje una sombra, todo lo vio negro en el cuarto, que no le agradó desde el aviso capotero. Sin darse coba, salió con la espada de verdad y le dio matarile en medio de los gritos de «¡fuera, fuera!», con una bronca monumental. Morante, como España. Con su claridad y su umbría.
Feria de Palencia
- Plaza de toros de Campos Góticos. Jueves, 1 de septiembre de 2022 Corrida goyesca en homenaje a Marcos de Celis. Casi tres cuartos de entrada. Toros de Núñez del Cuvillo, desiguales y sin terminar de romper en su falta de bravura; indultado el 6º.
- Morante de la Puebla, de caña la chaquetilla y grana la taleguilla, con adornos negros. Estocada caída (oreja con petición de otra). En el cuarto, estocada atravesada (bronca).
- Diego Urdiales, de teja con pasamanería en blanco. Estocada delantera (saludos). En el quinto, estocada desprendida (oreja).
- Daniel Luque, d celeste y negro. Estocada desprendida (dos orejas). Indulta el sexto (dos orejas y rabo). Salió a hombros.
En el país morantista, Daniel Luque formó un auténtico alboroto con el mejor toro del sexteto de Cuvillo, que nunca rompió hacia delante. Dormidas nacieron las verónicas. Gotas de armonía en las que se vio la noble condición de Juncoso, con su templecito, aunque sin humillar y sin la profundidad que otorga a la embestida el sello de la hondura. A placer lo cuajó el sevillano, en un momento redondísimo. Desmayado y sentido a derechas; más roto al natural y con broches de arrogancia. Bienvenida sea a una Fiesta que la necesita. Con tal estado de gracia, la locura se apoderó del tendido, que comenzó a pedir el indulto para un animal con menos maldad que un carretón. Y Luque alegró al castaño en la distancia, con el público rendido a toro y matador, que se emborrachó de toreo hasta lograr el perdón de la vida de este número 197 entre el rugir de las luquecinas. Exageradísimo premio, qué bochorno. Un indulto debería ser para la excelencia de la bravura. Claro que la gente lo pidió al unísono, con una alegría contagiosa. Y todos se marcharon felices por la proeza entre un clamor de «¡torero, torero!» extendido por la Tierra de Campos.
Su don con el capote ya lo había evidenciado en el tercero, desde los lances del saludo al quite por chicuelinas. Qué bien anduvo su cuadrilla, que se desmonteró. Todo estaba a punto de caramelo. Sabedor de ello, el de Gerena brindó y se dirigió a Tortolito. En una moneda de un euro brotó la apertura. Mucha entrega le faltaba al de Cuvillo, pero la privilegiada técnica de Luque logró encarrilar su rebrincado comportamiento, aguantando algún parón. En las cercanías regaló hasta tres cierres, con el animal completamente dominado. Con cuatro orejas y un rabo se marcharía luego a hombros.
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Entre el formidable alboroto de Luque y la creación primera de Morante, se borró el paso esforzado y sin ajuste por los Campos Góticos de Urdiales, sustituto de Roca. Su reaparición llegará mañana en otra goyesca, la de Ronda.
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