Feria de Abril 2023

Así te hemos contado, toro a toro, la corrida de toros de Morante de la Puebla, Talavante y Emilio de Justo en la Maestranza

La corrida de toros se ha podido seguir en directo a través de la página web de ABC de Sevilla, donde al finalizar el festejo se publicarán tanto la crónica como toda su información y galería de imágenes

Imágenes del ambiente de la corrida de rejones con Rui Fernandes, Diego Ventura y Guillermo Hermoso de Mendoza

Una exagerada Puerta del Príncipe ensombrece la magnitud de Guillermo Hermoso de Mendoza

Morante de la Puebla, Talavante y De Justo se dan cita en la Maestranza Raúl Doblado

J. B.

Sevilla

Ovación para Morante con el cuarto toro

Apenas unos minutos después del suceso de Filósofo reivindicaba Morante de la Puebla la despaciosidad torera, con lances que duraron lo que dos o tres tandas previas de Emilio de Justo. Con cadencia suprema, tirando al natural entre verónicas. ¿Que qué es eso? Pues pasarse las embestidas como si tratase de torear con una única mano, meciendo con los vuelos, ajustándose con el codo. Como nadie es capaz de torear. Y arrancaba ese apasionado inicio del último tercio, barroco en su concepción, con la montera calada. Era un canto a la torería, pegado a tablas, quebrando la velocidad, la ley de la gravedad. En un juego inenarrable de muñecas, sugestionado en su alma, apasionado en su gesto.

La inspiración se apoderaba del gran maestro de La Puebla del Río, que como Picasso ha tardado toda una vida en torear como un niño. Empeñado en dejar estampas únicas ante 'Explendido', en cada gesto, en cada movimiento. El genial anticuario de la torería, desempolvando suerte, movimientos… que tiró a mitad de faena la montera con la izquierda a la cara del de Matilla para arrancar con la diestra, por donde más humillaba, sin ritmo ni clase, pero con boyantía. El único lunar de la faena lo ponía 'el Kiki de La Algaba' en un desagradable fandango. Pero eso es Morante: pasión, espontaneidad. Una locura incomprensible, como difícil era comprender que Fernández Rey, quien con tanto cariño obsequió con dos orejas a Juli en Resurrección, tardase en dar la primera oreja hasta que empezaban a arrastrar al animal, que entró en el desolladero sin mutilar. Hizo bien Morante en no pasear esa oreja.

El bravísimo Filósofo concede dos orejas a Emilio de Justo

Filósofo se puso pensativo cuando reflexionó entre si debía tomar el capote o el bordado de Emilio de Justo. Que finalmente optó por lo último, llevándoselo por delante. El único con el hierro de Olga Jiménez, madre de los actuales empresarios Matilla, era fino en su hechura, aunque despegado de tierra. Acucharado de pitones, de expresión sublime. Que no se destapó con el capote, tratando de esconder el volcán de bravura y clase que erupcionó cuando dos minutos después reaparecía el torero con la banda de la taleguilla envuelta en esparadrapo. Y se partía el diestro en un interminable inicio por bajo, sin el ayudado, yéndose tras él con el pecho, dejando por fin atrás el ortopédico cuello.

Cuando Filósofo demostraba tener más clase que un colegio, con el agravio de la velocidad que acarrea la raza. Planeaba como tratando desenterrar el sustrato de la Maestranza, que entierra la historia eterna del toreo. Donde quedará marcada el suceso de este animal, que toreó con corrección y sin improvisación un Emilio de Justo que quiso aplicarle siempre el mismo muletazo. En trazo, toques y velocidad. Sorprendía cuando rápidamente se tiraba por la espada, sin apostar por un final con rotundidad. Esa que rebosaba por ambos pitones el de Matilla, ante un simplista y resultadista Emilio de Justo al que Filósofo, Morante y Talavante le acababan de destapar sus costuras en una oportunidad de bandera. Pese a todo ello, cortó dos orejas, con la justificada vuelta al ruedo para uno de los toros más francos de toda la feria.

Silencio para Talavante en el segundo toro

Anda Talavante persiguiendo un quite prodigioso de Manolete en México, que ligaba verónicas a pies juntos sin perder pasos. Que parece una quimera, con la velocidad del toro español y con la raza que tienen hoy día. Pues casi lo consigue, acariciando en cada lance, metiéndole la primera marcha a Almendrito, que salía con la quinta metida. Le caía los brazos y le acariciaba con las muñecas, sin desplazarlo, en una sublimación de la torería capotera. Todo era a cámara lenta, cuando el animal quisiera, como Talavante quisiera. Que le sobró un mínimo pasito para clavar el recuerdo al monstruo cordobés. La media del siguiente quite fue sublime. Estaba cómodo el torero, despojado de la presión pasada, suelto en sus gestos, pasándoselo nuevamente por la faja, embadurnándose en sangre.

Brindaba en los medios y rápidamente comenzaba el recital de rodillas, una suerte que él recuperó y que muchos otros han intentado apoderarse de ella. Pero esto es jamón de Jabugo… Se reducía Almendrito II a la altura de la pechera de Talavante, que torea incluso con mayor profundidad que de pie. Siguió con el homenaje manoletista, muy vertical en las series, muy ajustado en los embroques. Obviando miradas, que recordaban a la sevillana que hoy tanto se escuchará de Rafael del Estad 'Las miradas de los hombres (también del toro) son peligrosas, porque los hombres miran diciendo cosas'. Y éste miraba diciéndole cosas, que parecía no terminar de entender Talavante. Sin cogerle verdaderamente el aire. Como no se lo cogió a la espada, en un mitin para el olvido.

Morante inaugura la corrida de toros

Maestranza-Pagés

A las siete menos diez de la tarde, ahora sí, empezaba la corrida. Con Sosito, que levantaba un temor generalizado al descubrirse su nombre en el librito, no fuera a ser que rindiera honor a su nombre. ¿Qué haría la madre para que la bautizaran así? La respuesta de por qué lo habían dejado como sobrero llegaba nada más verlo: muy ofensivo por delante, con dos leznas, tremendamente colocadas. Lo intentaba Morante, vestido de butano, con bordado clásico y medias blancas, con una montera muy personal en aires dieciochesco, doblemente cargada de moritas. Como doblemente se le venció por el pitón izquierdo. No tuvo su día Pedro Iturralde, que le dio por todos lados. Paula, que estaba en el callejón, diría que para eso están los picadores: para darle a los toros. En el capote de Trujillo se descubrió su clase por el lado derecho, y la misma incertidumbre por el izquierdo. Defendiéndose, con guasa.

En el berreo constante de la primera serie se intuía lo que duele un muletazo de Morante, tan despacio como profundo. Sin probaturas, poniéndose en el sitio, quitándole todo ese genio en dos pases. Sin apretarse es mejor que todo el escalafón, su modo de colocarse, su pureza, su muletazo. Después de todo lo que había pasado previamente se puso por el pitón izquierdo como si nada, con la muleta por el cáncamo. Acariciando, sin desplazarlo. Llenándose los delanteros de sangre. Sonando Tejera, que parecía tocarle una marcha procesional a un palio bendecido, tan acompasado en sus movimientos de varales. La motiva se adornaba de remates, molinetes, por bajo, recortes… Una faena larga, impregnada de valor y torería. Que le reducía velocidad a la reproducción gallista. Para matar, ahora sí, cogiendo la muleta por el centro del palillo, con lo que eso cuesta, sin el recurso que da la distancia. Sensacional en el toque, en la verdad con la que se tira en rectitud. Donde Sosito le dejó el último gañafón por el izquierdo, a punto de llevárselo por delante. Petición, más bien leve, que no fue atendida. La faena con más tintes gallardos y toreros, al cajón del olvido.

Fracaso con el primer toro de la tarde

Diez minutos tardó en saltar al ruedo Almendrito, mientras los impuntuales espectadores de turno terminaban de acomodarse. El de Matilla sólo traía altura, escurrido por detrás. Y por delante. ¿Acaso nadie fue a verlo al campo? ¿Acaso nadie se percató de que el animal, además de horrendo, no tenía cuajo ni remate para Sevilla? Salió como se podía esperar: intentando echar las manos hacia adelante para no perderlas, que era inevitable con esa talla famélica. Total, que después del primer puyazo fue para atrás. Otros diez minutos perdidos. «¡Bien empezamos!», dicen por el tendido.

La plaza de toros, llena para el festejo

Arranca el paseíllo en la Maestranza con un lleno de 'No hay billetes'. Sorprende el terno de Morante de la Puebla, color butano, bordado en hilo blanco.

Toros que se lidian este lunes de Feria

Los toros de Matilla, una de las principales familias del entramado empresarial taurino, ya se han sorteado y enchiquerado en las dependencias de la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla. Para el octavo festejo del abono hispalense se lidiarán los dos hierros que dispone esta familia (Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez), en un cartel que estará compuesto por Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y Emilio de Justo. La corrida de toros comienza a las 18.30 horas.

Esta corrida será el retorno de Alejandro Talavante a la Maestranza, después de cinco años sin pisar su albero tras su inesperada retirada, el periodo de la pandemia y la falta de acuerdo de 2022. También será la segunda actuación de las seis que tiene contratadas Morante de la Puebla durante todo el abono sevillano, así como una nueva comparecencia de Emilio de Justo tras su importantísima actuación del pasado sábado con los toros de Victorino Martín.

Las reses se lidiarán por este orden: Almendrito (número 86, nacido en diciembre de 2018 con 540 kilos); Almendrito (número 80, nacido en octubre de 2018 con 523 kilos); Filósofo (número 13, nacido en noviembre de 2018 con 520 kilos); Expléndido (número 65, nacido en diciembre de 2018 con 538 kilos); Carcelero (número 157, nacido en enero de 2019 con 555 kilos); Principal (número 67, nacido en agosto de 2018 con 541 kilos). El primer sobrero será de la misma ganadería y el segundo corresponderá al hierro gaditano de La Palmosilla.

 

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