«Los toros que mueren con la boca cerrada, el Rey y la última de San Isidro», por Calamaro
El artista argentino analiza el broche de Feria con un cartel de «No hay billetes»
Esta tarde cambiamos de terrenos: del burladero que generosamente nos convida la empresa, fuimos a la barrera del tendido nueve, invitados por Paco Ureña , que reaparecía después de una baja por heridas sufridas en el campo.
A la última de San Isidro no quiso faltar Ureña , que demostró clase de torero bueno, ejecutó inspirado un tercio sobrado de naturales y saludó desde el burladero porque la espada no fue suficiente para doblar al segundo Victorino . Con el quinto, estuvo valiente y torero, lidiando frente al tendido siete.
Escribano esperaba al primero de rodillas y frente a la puerta de los chiqueros (corrales), pero el toro no embistió... Volvió a esperar al cuarto toro de la tarde de igual forma. ¡Qué valor!
El cielo perdonó al fatigado respetable, que esta feria hizo gala de chubasqueros, impermeables y paciencia. Nadie se fue mojado ni aburrido de la Corrida de la Prensa . Y las cuadrillas ofrecieron, en líneas generales, una muy buena tarde de toros.
Emilio de Justo , con el cierra plaza , captó la atención del público. Ureña, con el primero (segundo), estuvo francamente bien, de torero bueno. Con clase, con honor y con mucho valor.
Punto final de «No hay billetes» y con asistencia del Rey Fe lipe . Una feria de toros y toreros. Y la incontestable existencia de esta disciplina que honra la existencia y la expresión, humana y ganadera específica.
Mientras Escribano caminaba hacia la puerta de chiqueros, me estiré para estrechar la mano del Re y , que ofreció la suya mirando a los ojos y apretando. Como los victorinos, que mueren como viven, con la boca cerrada.