La terrible cogida con la que comenzó a forjarse el mito de El Cordobés
Un lluvioso domingo de abril de 1957, Manuel Benítez se tiró de espontáneo en Las Ventas y salió milagrosamente vivo
El Cordobés fue un auténtico mito para la sociedad española de los años sesenta de la pasada centuria. Su dimensión en los ruedos se agrandó hasta convertirse en uno de los referentes para una España que se desperezaba de una triste posguerra. La figura de Manuel Benítez, salido de la nada, la historia de un hombre que llegó a tenerlo todo, alcanzó la popularidad de un auténtico héroe.
'O llevarás luto por mí', le retumbaba cada día como una sentencia, cuando, preso de la desesperación, buscaba un camino que le hiciera ver la luz al final del túnel de una durísima vida en el Madrid de los cincuenta. No vio otra solución que lanzarse como espontáneo al ruedo de Las Ventas , en una apuesta a suerte o verdad. El tiempo pasaba, no había toreado ni una sola becerrada, no sabía lo que era un traje de luces...
El domingo 28 de abril de 1957 fue un día triste, frío y lluvioso. En la plaza madrileña se anunciaban toros de Escudero Calvo, los actuales victorinos, para Pablo Lozano, el mexicano Antonio de Olivar y Juan Antonio Romero, que confirmaba la alternativa. Hubo dudas sobre la celebración de la corrida y con los espectadores ateridos y el cielo gris plomo sonaron clarines y timbales . Toros serios y bravos, que los toreros no acabaron de aprovechar, cuentan las crónicas.
Manuel Benítez, que por entonces se hacía llamar El Renco , esperó la oportunidad de lanzarse al ruedo con un trapo a modo de muleta. Así hasta que saltó a la arena el segundo de Olivar. No se lo pensó más.
«El quinto, con los dos cuernos astillados , se encontró de salida con un espontáneo que al saltar al anillo tuvo la mala suerte de caer a sus pies como un ovillo», relata la crónica de ABC sobre el suceso, que al final resultó lo más recordado de aquella tarde.
«El toro le zarandeó a placer, le golpeó contra el burladero y le paseó prendido de la chaqueta. Por un milagro no tuvimos que lamentar una desgracia, porque el intrépido aficionado, que no tuvo ocasión ni de abrir su franela, salió bien librado del trance y pasó a la enfermería por su pie», añade el relato abecedario.
Nadie pensaba, puede que ni él mismo, que aquel desastrado joven de 21 años, acabaría siendo un ídolo de multitudes . El suceso le sirvió para torear una modesta novillada en el siguiente mes de agosto en un pueblo de Castilla. Después llegó El Pipo, su auténtico descubridor, las más de doscientas novilladas hasta llegar a la alternativa en Córdoba en el 63, y España paralizada ante los televisores en la confirmación en Las Ventas el 20 de mayo de 1964, arena que no pisaba desde el día que salió milagrosamente vivo y de la que volvió a salir por la enfermería.
Desde entonces hasta hoy, la historia de un mito.
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