¡Pobre de mí, pobres de todos!: sanfermines sin toros ni chupinazo
Pésima noticia para el turismo y la economía, para la Tauromaquia y para los más arraigados sentimientos del pueblo navarro
No podíamos ni imaginar ver Pamplona, el 7 de julio, sin celebrar San Fermín pero las características de esta fiesta la hacen absolutamente incompatible con las medidas de seguridad que la situación sanitaria exige. Por ello, era inevitable que, el pasado 21 de abril, e l Ayuntamiento de Pamplona suspendiera la celebración de las fiestas del santo patrón, incluidos, por supuesto, los encierros y las corridas de toros. Una pésima noticia para el turismo y la economía; también, para la Tauromaquia y, en definitiva, para los más arraigados sentimientos del pueblo navarro.
Lo resume el título español de Hemingway, «Fiesta» : «Al mediodía del sábado 6 de julio, la fiesta estalló. No hay otra forma de expresarlo». Y apostilla: «Era una fiesta y duró siete días». Gracias en parte a su testimonio, San Fermín se ha convertido en una fiesta universal, que atrae a turistas del mundo entero.
Los encierros tienen una raíz popular centenaria y suponen un espectáculo único. Las cifras de audiencia de Televisión Española son espectaculares. Otro dato: en Pamplona, los antitaurinos pueden atreverse a atacar las corridas pero no los encierros. Aunque la distinción es absurda: sin las corridas, los encierros no tendrían sentido.
Todos los sanfermines giran en torno al toro bravo, gran tótem de esta fiesta. En una jornada, se suceden el encierro, las vacas emboladas, los recortadores, el apartado, el desfile de peñas, la corrida, el encierrillo, el toro de fuego… Reitero mi devoción por el encierrillo, un rito ancestral de una belleza extraordinaria. La Feria del Toro es una de las cumbres de la temporada, con reses muy serias, de las mejores ganaderías. Los llenos están garantizados. La Casa de Misericordia ya había anunciado –y comprado, en firme– las reses que se iban a lidiar, este año.
No estallará este año en Pamplona el chupinazo, que abre los sanfermines, ni se cantará el «¡Pobre de mí!», que los cierra. Pobres de todos los pamplonicas y de todos los que amamos esta fiesta única… El año que viene, si Dios quiere, volveremos a emocionarnos, en San Fermín.