Perera y Roca Rey cierran Burgos por la puerta grande
Buena corrida del Puerto de San Lorenzo en conjunto
Miguel Ángel Perera y Andrés Roca Rey pusieron broche a la Feria de Burgos por la puerta grande. Sebastián Castella no tuvo suerte y se fue de vacío. Con casi lleno en los tendidos, se lidiaron toros del Puerto de San Lorenzo, de buen juego en conjunto.
Abrió plaza un toro deslucido, que manseó y que cuando embistió lo hizo rebrincado. Castella puso tesón y paciencia sin que la faena tomase vuelo, informa «Aplausos». Mató de una estocada tendida y fue silenciado. Deslucido el cuarto, que tuvo nobleza pero sin humillar. El francés extrajo muletazos limpios pero fue imposible levantar la faena. Pinchazo y estocada. Silencio.
Perera desorejó al segundo, un buen toro que tuvo movilidad, nobleza y calidad. Lo entendió el extremeño, que cuajó una faena templada en los medios, donde abundó el toreo en redondo. Brillante el trazo de los muletazos, ligados todos en un palmo de terreno. Coronó su actuación de una estocada entera. Un nuevo trofeo paseó del quinto, un animal de buena condición al que cuajó en los medios, lográndole sacar todo su fondo a base de dos secretos fundamentales: temple y técnica. Faena en la que supo empujar al toro hacia delante, tocándole siempre con mucha precisión hasta lograr cimentar una labor que tuvo ritmo y el colofón de una buena estocada.
Roca Rey pinchó ante el tercero una faena de notable ímpetufrente a un toro que desarrolló mansedumbre. El peruano se ajustó con su oponente en una faena en la que apretó al animal en un gran inicio y en una tanda final en tablas de mucha severidad y firmeza. Tres pinchazos impidieron el triunfo. Dos orejas con fuerte petición de rabo logró en el sexto, un toro importante del Puerto. Bravo, con mucho fondo, codicioso, lo quiso todo por abajo el animal. Le cuajó Roca Rey primero un gran quite por saltilleras y, después, abrió faena con una tanda de rodillas de mucha intensidad en la que llegó a ser atropellado. Se incorporó el peruano y volvió a echarse de hinojos. Faena de mucho mando, muy compacta, llevando siempre al toro toreado por abajo, apretándose y ajustándose una barbaridad. Cada embroque era un compromiso. Autoridad y valor sereno. Llegó muchísimo al público, que vibró en toda su labor. Mató de una estocada tras un puñado de bernadinas ejecutadas a cara o cruz.
Se guardó un minuto de silencio por Julio Pérez «Vito» y Gonzalo Soto, expresidente de la plaza de toros de Burgos.