De la niña sin miedo frente al toro de Wall Street a la pequeña salvada de una cornada en Nueva York
Una amazona salvó de un percance a una niña que jugaba en las calles neoyorquinas cuando una res se escapó
De la estatua de la niña que desafiaba al famoso toro de Wall Street a la niña salvada por una amazona de una cornada en las calles de Nueva York. La broncínea «Niña sin miedo» , montada por sorpresa el 7 de marzo de 2017, en la víspera del Día de la Mujer, fue trasladada después a la Bolsa neoyorquina. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio , dijo que el traslado se debía a los problemas que estaba creando desde su instalación en Wall Street por la cantidad de curiosos y turistas que llegaban allí para contemplar de cerca semejante duelo de estatuas . «Se está convirtiendo en una amenaza para el tráfico y la seguridad», se aseguraba en un comunicado emitido por el Ayuntamiento en abril de 2018 y recogido por Efe.
«Estamos orgullosos de ser la ciudad de la 'Niña sin Miedo», señalaba el alcalde. Se trata de «un poderoso símbolo en la necesidad para el cambio en los niveles más altos del mundo corporativo de Estados Unidos», explicó.
En una de las calles de la ciudad estadounidense ocurrió hace más de un siglo un «suceso notable», como se titulaba en «La Lidia» el comentario a la estampa de Daniel Perea. Con fecha del 15 de julio de 1889, así se contaba el insólito hecho en la histórica publicación:
«En tiempo oportuno se ocupó la prensa extranjera, y buena parte de la de España, del suceso representado en nuestro dibujo de hoy.
Por una calle principal de unos de los arrabales de la populosa ciudad norteamericana , cruzaban algunas reses con un pastor o guardián correspondiente, cuando espantada una de ellas por el ruido de los vehículos, u hostigada por algún mal intencionado, emprendió vertiginosa carrera en opuesta dirección que las restantes, en ocasión en que una niña de pocos años se entretenía con sus juguetes en el centro de la vía. El atropello por lo menos, la muerte quizá, hubiera sido inevitable para la inocente criatura, sin la providencial intervención de una intrépida amazona, que apercibida del peligro corrió al alcance de la res, cortándole el viaje por medio de un pañuelo certeramente arrojado entre los cuernos y afianzando con pasmosa agilidad con una mano a la pequeñuela, mientras con la otra refrenaba al impetuoso corcel, entre la admiración y aplauso de vecinos y transeúntes.
Este interesante episodio ha dado asunto a Daniel Perea para una de sus notas artísticas, con cuya composición ha demostrado que si no hay quien le iguale reproduciendo las esforzadas y arriesgadas suertes del toreo, también sabe interpretar con acierto pasajes de dramática estructura y escenas de delicadeza y sentimiento».