El mundo del toro reclama libertad en un día histórico

Una multitudinaria manifestación en Valencia reivindica la Fiesta de los toros como un «bien cultural amparado por la Constitución»

Imagen de la multitudinaria marcha en Valencia MIKEL PONCE

ALBERTO CAPARRÓS

Al grito unánime de «libertad, libertad», miles de personas se manifestaron ayer en Valencia en defensa de la Tauromaquia como «un bien cultural que ampara la Constitución». La cita pasará a la historia como la principal movilización a favor de la Fiesta celebrada hasta ahora en España. Los organizadores cifraron la asistencia en más 35.000 personas , mientras que la Delegación del Gobierno la rebajó hasta las 12.000, un dato que contrasta con las más de 14.000 almas que abarrotaron la plaza de toros solo en el concurso de recortadores en el preludio de la jornada. [Escucha aquí la opinión de Carlos Herrera en COPE: «Prejuicios basados en al ignorancia llevan a algunos a vociferar con los ojos inyectados»]

Más allá del baile de cifras, los aficionados tomaron la calle como nunca antes lo habían hecho y superaron con creces el único precedente de la marcha celebrada en Castellón el 15 de febrero del pasado año. Conforme definió César Rincón , «siempre estábamos en silencio y ya es hora de que nos manifestemos». Dicho y hecho. Los aficionados llegados de todos los puntos del país y de Francia desplegaron centenares de enseñas españolas con la figura de un toro superpuesta, así como banderas francesas, madrileñas y valencianas, entre otras.

La afición se mezcló en la calle con las figuras de toreo y los principales ganaderos y empresarios taurinos para escenificar la unidad de acción frente a los «ataques políticos» a la Fiesta. Los organizadores señalaron a formaciones como Podemos, Compromís o Bildu entre los partidos que con sus planteamientos pueden amenazar la supervivencia de la Tauromaquia en España.

El toro en la calle

La marcha sirvió también para reivindicar la cultura del toro en la calle en una región, como la Comunidad Valenciana, que el pasado año batió su récord de festejos taurinos populares (más de 8.200 de acuerdo con los datos oficiales), pese a las trabas de los ayuntamientos gobernados por Compromía a los «bous al carrer».

En un ambiente festivo y reivindicativo y en ausencia de incidentes, según confirmaron fuentes gubernamentales, la marcha tardó más de una hora en recorrer las tres calles que separan la plaza de San Agustín de la plaza de toros de Valencia, donde han arrancado las ferias en cosos de primera categoría en 2016. Entre fallas a mitad plantar, puestos de buñuelos y verbenas populares en una ciudad inmersa de lleno en sus fiestas grandes, la comitiva ocupó prácticamente toda la calle Játiva y la explanada de la Estación del Norte de Valencia. Horas antes, una protesta antitaurina apenas había logrado congregar a escasos metros a un centenar de personas.

Antes de llegar al coso de la calle Játiva, la manifestación a favor de la Tauromaquia pasó frente al Ayuntamiento de Valencia, gobernado por Joan Ribó , un dirigente de Compromís autodeclarado «antitaurino». La multitud profirió entonces una sonora pitada y entonó de nuevo el cántico de «libertad», el más repetido durante toda la marcha.

Las principales figuras del toreo, con Enrique Ponce, El Juli, Sebastián Castella y José María Manzanares a la cabeza, portaron la pancarta de cabecera con el lema de la marcha: «Los toros, cultura, raíces y libertad de un pueblo». José Tomás optó por quedar en un segundo plano. La presencia masiva de aficionados y medios de comunicación impidió que en el arranque de la marcha pudieran dar más de tres pasos seguidos sin tener que parar.

El maestro de Chiva volvió a ejercer de profeta en su tierra y fue el encargado de leer el manifiesto que los promotores de la histórica jornada –la Unión Taurina de la Comunidad Valenciana, la Federación de «Bous al Carrer» y la Fundación del Toro de Lidia– trasladarán a los grupos parlamentarios del Congreso y a la Casa Real, acompañado de un informe jurídico que resalta la «constitucionalidad» de la Fiesta, con lo que ello supone a efectos de contribuciones fiscales y promoción cultural.

Mientras Ponce leía el documento todavía llegaban personas al final del recorrido, media hora después de que la cabecera hubiera hecho lo propio. El maestro valenciano, que fue interrumpido en varias ocasiones por los aplausos y los gritos de «libertad» y «siía los toros», puso voz al sentir de los aficionados : «Somos un ejemplo de civismo y estamos orgullosos de ser aficionados a los toros . Que se entere quien deba enterarse. La cultura es lo que el pueblo quiere que sea. El toro y su mundo es cultura. Somos españoles con plenos derechos, españoles de todas la sensibilidades y tendencias. Dejen de utilizarnos como materia de distracción». Al respecto, el ganadero Ricardo Gallardo, propietario del hierro de Fuenteymbro, denunciaba en declaraciones a ABC que el mundo del toro «se siente atacado y utilizado » por formaciones políticas, entre las que citó el caso de Bildu, que prohibió las corridas en San Sebastián.

Cultura y economía

Para El Juli , el de ayer fue «un día para sentirse orgulloso. La gente del pueblo es la que ha promovido esta manifestación y había que estar a su lado». Aunque la marcha no contaba con respaldo político, la presidenta del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, Isabel Bonig, acudió a dar su respaldo a la marcha, al igual que dirigentes socialistas a título particular.

La marcha reivindicó la «tauromaquia como portadora de valores sociales y humanos, como soporte básico y principal de la biodiversidad en nuestro país» ya que, según subraya el texto que leyó Ponce, « 500.000 hectáreas de dehesa se mantienen gracias a la cría del toro bravo». Ademas, sirvió para recordar el papel que desempeña como «herramienta económica dinamizadora de tantas y tantas ciudades, por su capacidad de crear puestos de trabajo, por los efectos en la fijación de la población rural y por sus aportaciones a las arcas del Estado».

Con todo, el principal mensaje que quedará para los anales de la historia fue el de la r eivindicación de la libertad de elegir y de pensar, así como un tratamiento de igualdad respecto a otras actividades y artes». Como resumió Ponce en la frase más aplaudida: «A quienes no les guste que no vengan a la plaza».

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