Dos de Mayo en Las Ventas: de la apoteosis de Joselito a la reinvención de Ferrera
Desde mediados de los ochenta Madrid celebra con toros el día de la Comunidad
La fiesta del 2 de mayo no comienza a celebrarse en Las Venta s con corridas de toros hasta mediados de los años ochenta del pasado siglo. Hasta entonces se programaron festejos de forma esporádica, la mayor parte por coincidir el día con un domingo; sin embargo, a partir de 1985, coincidiendo con el día de Madrid , se institucionalizó la fecha, que incluso se amplió hasta celebrar la denominada miniferia de la Comunidad, como aperitivo al ciclo de San Isidro.
Se celebraron en este día varias corridas concurso de ganaderías, sin demasiado éxito ganadero, esa es la verdad, y a desde 1996 el festejo adquirió aires goyescos . Precisamente, en la tarde del 2 de mayo de 1996 tuvo lugar el mayor triunfo de un torero ese día en el coso de la capital. El madrileño José Miguel Arroyo «Joselito» ofreció una magistral tarde. Seis orejas de seis estocadas, ni un solo pinchazo, en una corrida que ha quedado inscrita con letras de oro en los anales de Las Ventas.
Y de Joselito a otro día en el que un torero se reinventó a sí mismo y dio una dimensión completamente diferente a la que tenía acostumbrados a los aficionados. Pasaron 17 años hasta el 2 de mayo de 2013, cuando Antonio Ferrera sufrió una auténtica mutación desde un toreo presidido por los alardes con las banderillas y de fácil asimilación por los públicos, a otro basado en la hondura y una plasticidad de gran personalidad. Una corrida de El Cortijillo y de los Hermanos Lozano permitió que el extremeño mostrara su evolución, en la que a partir de aquel momento ha ido ahondando hasta el toreo que hoy le fluye en las plazas. Aquel día también saborearon las mieles del éxito sus compañeros de cartel Morenito de Aranda y Alberto Aguilar .
Al año siguiente de la gran tarde de Joselito, se apostó por un cartel de campanillas con César Rincón y Enrique Ponce, mano a mano. Hubo dominio de principio a fin del valenciano que luchó con ahínco hasta conseguir abrir la Puerta Grande. Otro triunfo destacable, fue del madrileño Uceda Leal, que en 2004, en solitario, cuajó una gesta al salir a hombros sobreponiéndose a una climatología infernal.
Por la Puerta Grande se fue también el ya citado Morenito de Aranda en 2015. Le cortó las dos orejas a un toro de la buena corrida de Montealto, en un festejo en el que López Simón también se ganó el premio gordo, pero tuvo que salir herido por la puerta de la enfermería.
En las corridas concurso que se celebraron a partir de 1989, fue habitual la presencia de Luis Francisco Esplá , y entre los pocos toros que se ganaron el premio al más bravo, se recuerda a «Malagueño», de Adolfo Martín, que dejó huella en la fiesta de 2001.
En 1992, la corrida se suspendió por el plante de los picadores ante la nueva ley que establecía caballos más ágiles para el tercio de varas. El día anterior, en Sevilla, cayó mortalmente herido el subalterno Manolo Montoliú , y aquel 2 de mayo los varilargueros se plantaron y no se dieron toros ni en la Maestranza ni en Las Ventas.
Una tarde para el olvido fue la concurso de 1990 en la que Curro Vázquez, que actuaba mano a mano con Esplá, al resultar lesionado este, afrontó los seis toros en un clima de total desconfianza, lo que generó una gran bronca final.
Tardes de gloria, de sangre, éxitos que marcaron el devenir de la Fiesta, bravura y mansedumbre, días de frío y viento, de sol y oro, han marcado el 2 de mayo que hoy aparece vacío para los aficionados.