Se llamaba «Carasucia»: ¿era de vuelta al ruedo?
El debate se avivó como la casta del toro de Valdellán

Se llamaba « Carasucia» , como uno de La Palmosilla indultado en 2018 por Enrique Ponce, pero el de ayer llevaba el hierro de Valdellán. Se llamaba «Carasucia», como el título de esa telenovela venezolana de Miguel Ángel («el chico rico», según apuntó una espectadora del otro lado del charco) y Estrellita (la muchacha pobre), pero este cárdeno bragado había pastado en las tierras leonesas de Santa María del Río. Se llamaba «Carasucia», como un forajido del Oeste con un «Colt Dragoon», pero este número 14 disparaba balas de casta. Se llamaba «Carasucia», como el del cuento taurino que El Viti relataba a sus hijas y que se enamoró de la vaca «Belinda», pero este toro a quien cautivó fue a la afición de Madrid en un conjunto de muy desiguales hechuras. «El más en santacoloma ha sido este tercero», subrayó un abonado que dudaba de la báscula: «¿587 kilos? Habrá perdido peso en la siesta...»
Se refería, claro, a «Carasucia». Y cara fue su embestida humillada y sucia la ventolera que ondeaba el trapo rojo. Con este gris de Valdellán, la polémica estuvo servida: ¿era de vuelta al ruedo? Nada más aparecer las mulillas, en el «7» comenzaron a solicitar el premio para el encastado ejemplar. El Rosco ondeaba un pañuelo azul que nunca asomó por el palco presidencial de Rafael Ruiz de Medina . «Si no se la damos a este, ¿a cuál, a cuál?», gritaba un abonado en el «3». «Oiga, que los ha habido muy buenos de encastes comerciales», replicó otro. En el tuitendido prendió el debate: «Gran toro, de vuelta y de Puerta Grande fuerte», escribía David González. «Si “Carasucia” era de pañuelo azul , “Navarro” era de dos vueltas», opinaba Dominguillos. «El toro de la feria», era uno de los tuits más repetidos con un «Carasucia» que se hizo tendencia.
Todo quedó en una ovación de gala para un bravo de muchas revoluciones, de viva emoción desde el bello saludo de Cristian Escribano , que hizo un esfuerzo importante, pero a veces se vio desbordado con aquella movilidad y fiereza : «Se quiere comer la muleta», subrayó Juan mientras se limpiaba las gafas. «No ha sido para tanto, ha confundido mucho al público, pese a tener cosas buenas», comentó en el callejón su matador, que lamentaba el desacierto en la hora final. «El viento ha molestado una barbaridad», explicaban luego dos profesionales. Y así fue, pues el dios Eolo condicionó la elección de terrenos y la lidia en una complicada corrida calificada por muchos como «interesante», con sus desigualdes y sus mansos, que también los hubo, como el «Hechicero» primero. La estrella de Valdellán fue «Carasucia». ¡Qué bautismo el suyo!