Juan Belmonte y El Gallo, cara y cruz tras la muerte de Joselito
Mientras a Rafael le recriminaban su indolencia en el recuerdo de su hermano, Juan mostraba extraordinarios deseos de complacer
Un mes después de la tragedia de Talavera la Fiesta seguía viva, pese a la profecía de Guerrita -«se acabaron los toros»- tras conocer la muerte de Joselito . Y el 18 de junio se anunciaron en Madrid su hermano Rafael «El Gallo» y Juan Belmonte , los dos toreros sobre los que se centraban las miradas de los aficionados una vez que ambos decidieron seguir adelante con aquella temporada negra.
La Corrida de la Prensa de 1920 ofrecía un cartel pleno de alicientes. El Gallo, Belmonte, Fortuna y la confirmación de alternativa de Chicuelo, quien salvó la tarde con un triunfo en el sexto. A hombros se llevaron al sevillano, mientras entre el genial Rafael y Juan quedaba sobre el ruedo la cara y la cruz en el recuerdo a la figura desaparecida.
Dijo Gregorio Corrochano en ABC, que «El Gallo no toreó ayer. No sacó más que los trucos de las tardes que no quiere torear». Una actitud, que desde las páginas de la revista «La Lidia» , se le recriminaba con dureza: «No hay derecho a rodar por esas plazas pisoteando la fama que tanto trabajo costó al hermano, con sus malas faenas y mayores desastres».
Y en el otro extremo, el compromiso de Belmonte, «valiente» y aguerrido en la búsqueda del triunfo según la crónica abecedaria, que en «La Lidia» era explicada así: «Se nos muestra ahora con enormes deseos de complacer . Su esfuerzo de hacer que brille la Fiesta con el esplendor que brillaba cuando José con él compartía las palmas».
Había pasado apenas un mes de la muerte de Joselito en Talavera, y los dos hombres que quizás más sufrieron aquella desgracia decidieron seguir vistiendo el traje de luces. Cada uno con su dolor, con su luto, con su personalidad a cuestas.
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