El día que Juan Belmonte pidió que le ensillaran su jaca y se quitó la vida
El Pasmo de Triana murió el 8 de abril de 1962 en su finca de «Gómez Cardeña»
«En abril y al caer la tarde... era el toro de su destino», así comenzaba el artículo con el que el escritor Joaquín Romero y Murube despidió en ABC a su amigo Juan Belmonte . «Él y su inmenso contorno. El toro terrible de sus soledad insaciable. ¿Qué locura de abril y de terrible vacío abrió desde su sangre la última verónica al terrible toro de la muerte».
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El 8 de abril de 1962, sobre las ocho de la tarde, fallecía en su finca de «Gómez Cardeña» el torero Juan Belmonte, el labrador y ganadero don Juan Belmonte. El famoso diestro, protagonista junto a Joselito de la Edad de Oro del Toreo, auténtico pilar de la evolución del toreo, se quitó la vida en su despacho de un tiro. La causa de la muerte no fue desvelada de forma explícita por los medios de comunicación de la época, en donde, sin embargo, se hicieron veladas alusiones.
Las cuevas vacías
ABC cuenta que el torero había salido para la finca en la mañana del domingo con el mecánico y dos sirvientas. Vestía traje corto y mandó que le ensillaran a su jaca «Maravilla» . El paseo por el campo, el almuerzo, un breve reposo y otra vez «Maravilla». Tomó la garrocha y soltaron la res. «Acoso y derribo. Acoso y derribo cuando ya le tenía acosado la muerte con sus cuevas vacías pero certeras». Se sentía cansado, hasta indispuesto. En su despacho pidió un whisky y un bolígrafo . «Luego, en un momento indeterminado la mortalidad acometida. La Muerte posee una extraña panoplia y escogió caprichosamente el arma que le plugó».
La noticia conmocionó España, la prensa internacional también se hizo eco del suceso, y el entierro de Belmonte en Sevilla fue multitudinario.
En el diario también quedaron reflejadas algunas opiniones de compañeros del diestro de Triana. Vicente Pastor recordaba la irrupción en los ruedos de Belmonte: «Vimos que iba a cambiarlo todo si tenía suerte. La tuvo y lo cambió». Mientras, Manuel Mejías Bienvenida aseguraba: «Se ha ido uno de los trozos más importantes de la historia del toreo», y Antonio Márquez lo definía: «Tuvo la verdad delatora de su inteligencia y de su enorme personalidad».
La personalidad de un torero que cambió el rumbo del toreo , y que sucumbió ante su angustiosa soledad.