De la jota bravía de Jorge Isiegas a la facilidad de David Galván en Zaragoza

Deslucida corrida de Castillejo de Huebra en el cierre de la Feria de San Jorge

Jorge Isiegas Fabián Simón

Ángel González Abad

La corrida de Castillejo de Huebra sacó de todo menos nobleza. Seria y desahogada, con pocas o nulas opciones para los de luces, y aunque el aragonés Jorge Isiegas se empeñó en sacar agua de pozos vacíos, y peligrosos, la tarea fue poco menos que imposible. No regateó esfuerzos, salió a arrancarles las orejas que tanta falta le hacen para encarrilar su carrera, pero los arrimones que se dio ahí quedaron, sin premio aparente, y eso que la firmeza y seriedad con que afrontó a sus dos toros tuvieron el talante de una jota bravía, las del corazón roto.

Dos toros para poner a cavilar a cualquiera cayeron en manos de David Galván, que dio motivos para hablar. Derrochó disposición, valor y buen concepto, y todo haciéndolo muy fácil. Tanto que parecía sencillo que los pitones pasaran tan cerca, con los pies tan quietos, con la muleta plena de mando. Así ante el que abrió plaza, un buen mozo al que toreó con mucho más que finas maneras. Al natural desgranó series que tuvieron el mérito del poder con guante de seda; también con el cuarto, más parado, al que había que robarle los muletazos de uno en uno. Y Galván lo hizo, dejándoselo llegar siempre muy cerca, con mucha verdad. La espada le privó de un marcador más abultado.

También se le atragantaron los aceros a Álvaro Lorenzo que no se entendió con ninguno de sus dos enemigos, y eso que el que hizo segundo mereció mejor trato y mejor final. No mejoraron las cosas con el quinto, que sin comerse a nadie hizo que todo pasara sin pena ni gloria.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación