José Rojo, ejemplo del poco presente que se ofrece al futuro de la Fiesta
El novillero corta cuatro orejas pese a un profundo corte con el estoque
No saldrá en los medios, quizá alguna reseña en algún portal taurino. No es torero de apellido ni figura, aunque ambiciona serlo. Como tantas y tantas docenas de novilleros que se quedan en el camino, sin apenas oportunidades ni bagaje. Pero José Rojo no tiene tiempo para la derrota. Cada pitón es su última tarde. Así lo afronta, aunque trague polvo, aunque muerda fracasos, aunque apenas se atisbe la luz de una cerilla al final de un túnel tremendamente oscuro para el escalafón inferior.
Su última tarde fue ayer, en un festival en Zorita . En la placita cacereña se entretuvo, ni más ni menos, que en cortar cuatro orejas. Y no orejas ramplonas. Cuentan quienes le vieron que anduvo con enorme arrojo, aprovechando a su manera cada embestida. Y esa manera no es otra que una entrega y un amor propio que lo mantuvieron frente a sus rivales, a pesar de una herida que necesitó de catorce puntos tras cortarse con la espada .
José Rojo, natural de Trujillo y de 20 años, sufrió el percance en un pase del desprecio a su primer novillo, con la mala suerte de que el estoque le rasuró como un bisturí en la pierna. A ese novillo de Alcurrucén lo desorejó y, tras abandonar la enfermería por decisión propia, arrancó otros dos trofeos al segundo de su lote.
Pero el esfuerzo realizado hizo que los puntos se le abrieran y hoy no podrá cumplir uno de sus pocos paseíllos del año, en Roa de Duero (Burgos). La fuerte inflamación le impide cumplir con su cita y Rojo, si torea, es para darlo todo. Ese todo que choca con el apenas nada que le ofrecen. Como a la mayoría de noveles. José Rojo es un ejemplo más, como tantos y tantos, de las injusticias de la Fiesta y del poco presente que se le ofrece al futuro.