San Isidro
Insólito: rejoneo sin trofeos
Sergio Galán y Leonardo Hernández pierden las orejas, después de lucidas actuaciones, por no acertar al matar
En el fin de semana de San Isidro, primero de los dos festejos de rejones de la Feria. Con todos los respetos para los integrantes de esos carteles, echo de menos a Diego Ventura: es el número uno indiscutible del rejoneo. Además, ahora está en la cumbre, se ha abierto a torear reses de otros encastes, para dar más emoción a las corridas de rejones, y, con ellos, sigue obteniendo triunfos clamorosos. Sean cuales sean sus exigencias económicas y artísticas, debía estar inexcusablemente en la Feria de San Isidro. Su ausencia devalúa grandemente estos festejos.
Los toros de Bohórquez, cinqueños, de encaste Murube, resultan muy manejables. Sergio Galán y Leonardo Hernández pierden oreja por no matar a la primera.
Sergio Galán, de Tarancón, lleva ya veintiuna temporadas actuando en Madrid y ha abierto la Puerta Grande ocho veces. Hace poco, en Illescas, perdió dos de sus mejores caballos, Ojeda y Embroque. Bajo un chaparrón primaveral, con sol, luce su estilo sobrio y clásico, en el noble primero, con los quiebros limpios y el par a dos manos. Pierde el trofeo por pinchar una vez. Después de una escasa petición, ni siquiera le ovacionan: así es este público... En el cuarto, distraído, aguanta mucho en el quiebro con Bribón, uno de sus nuevos caballos; pinta cuadros con Óleo, pero mata a la tercera.
Gracias a su rejoneo espectacular y arriesgado, Leonardo Hernández (hijo del rejoneador cordobés del mismo nombre) ha abierto ya diez veces la Puerta Grande de Las Ventas; la última, justo antes de la pandemia, en junio de 2019. Se ha sobrepuesto con gran mérito a una grave lesión en un ojo, que sufrió en Íscar, en 2007. En el segundo, emocionan los galopes de costado de Calimocho, nieto del gran Cagancho, y la torería de Sol. Mata a la segunda: petición. En el quinto, muy parado, cita de largo y de frente con Enamorado; repite vueltas con Eco, antes del par a dos manos; clava al violín con Xarope, que resulta alcanzado por el toro. Mata a la segunda.
Menos conocido por el público de Madrid es Juan Manuel Munera, de Villarrobledo: el único rejoneador albaceteño que ha actuado en Las Ventas. Confirmó aquí en 2019. En el tercero, falla al clavar, se aplauden los balanceos con Arrebato pero tarda en matar. En el último, que mansea a tablas, se esfuerza por remontar: mata a la segunda. Ha acusado haber toreado poco, este año.
No me gusta la excesiva gesticulación de los caballeros pero es efectiva, con este público, tan poco exigente, que sólo concede trofeos cuando el toro cae a la primera, sea como sea la forma de ejecutar la suerte. Por ello, no han cortado orejas Sergio Galán ni Leonardo Hernández, que han tenido una lucida actuación, rejoneando –no cantando, como la gran película– bajo la lluvia de una tormenta primaveral. Ha sido un festejo de rejones sin trofeos: algo insólito. Con lluvia y con sol, yo he echado de menos a Diego Ventura.
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