Historias de San Isidro
Cosecha del 70: Las ocho orejas de El Cordobés
Pasión inusitada en Las Ventas y voces de cordura en la crítica abecedario
La Feria de San Isidro de 1970 se recordará como la de las ocho orejas de El Cordobés . En una plaza apasionada, Manuel Benítez desorejó a los cuatro toros en las dos tardes en las que toreó. El 20 y el 23 de mayo fueron las fechas en las que quedó escrita una historia de triunfo apabullante , de pasión en los tendidos y, a la vez, de voces críticas que pedían cordura ante el toreo heterodoxo del huracán Benítez.
El crítico de ABC , Antonio Díaz Cañabate, fue uno de esos contrapesos al gran terremoto vivido en dos tardes en la primera plaza del mundo. «Envio mi parabién al señor presidente. Por lo menos salvemos el rabo, ya que no podemos salvar la fiesta de los toros», era la frase final de la crónica de Cañabate de la segunda comparecencia de El Cordobés, que terminó con el público enloquecido pidiendo los máximos trofeos que el presidente no concedió. « Por lo menos salvemos el rabo », fue el título del texto abecedario. La primera tarde de triunfo, la tituló el Caña con un «¡Viva los toros de dulce!».
Las estadísticas nos dicen que el miércoles 20 de mayo de 1970 se lidiaron toros de Juan Mari Pérez Tabernero , que resultaron excelentes, por una terna que se entretuvo en cortar nueve orejas. Las cuatro de El Cordobés, tres de El Viti y dos más de Gregorio Sánchez . El mítico Cañabate aseguraba que los toreros «se han dado un atracon de confituras cornudas, que a estas horas estarán bebiendo grandes cantidades de agua», y elogiaba que la tarde se había apartado de la monotonía imperante, con tres estilos. «Clasico el de Gregorio Sanchez. Honrado el de El Viti. Espectacular el de El Cordobes. Ya era tiempo de que por una vez siquiera apreciemos esta diversidad de estilos, que, a mi juicio, ha constituido lo más interesante de la corrida. Allácada uno con sus gustos. Tengo la obligacion de manifestar el mío. Y lo proclamo sin rodeos. Me quedo con el estilo clásico de Gregorio Sánchez . Respeto las opiniones contrarias, porque no soy tan majadero que me considere en la posesion de la absoluta verdad».
Tres días más tarde, repetía Manuel Benítez, otras cuatro orejas con toros de Atanasio Fernandez , la confirmación de Rafael Torres , que se fue de vacío, y Diego Puerta que le acompañó a hombros tras cortar dos orejas al primero de la tarde. Aquí, Díaz Cañabate sí quiso poner las cosas en su sitio con una crónica en la que con ironía se lamentaba de no entender la Fiesta cordobesista. «A estas horas soy un desgraciado que ni un solo momento he participado en la colosal jarana promovida y sostenida por Manuel Benítez en sus dos, digamos, toros. Es terrible sentirse aislado entre una muchedumbre frenética. Créaseme. Envidio con todas mis potencias a los adoradores de El Cordobés ». Y tras la petición del rabo para culminar la tarde en el quinto, y la negativa del presidente a concederlo, llegaron las palabras de sensatez que dieron título a la crónica: «Por lo menos salvemos el rabo», lo que no quita para que también se pudiera leer: «El Cordobés toreó y mató. El Cordobés boxeó con los toros... El Cordobés hizo la rana... Hizo todo lo que a la gente le gusta... ¡Pues québien! Con ello demuestra su talento».