El hartazgo de «toreritos miedositos y empalagositos», según Corrochano
«En tauromaquia desconfiad siempre de los diminutivos», escribió en ABC en una irónica crónica de la feria de Salamanca
![Gregorio Corrochano](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2020/09/21/corrochano-kbWG--1248x698@abc.jpg)
Lo de toreritos elegantitos, finitos y habilidositos no es nada nuevo. Y como muestra de que todo está inventado, hace cien años el histórico crítico de ABC, Gregorio Corrochano , ya mostraba su hartazgo sobre el uso de los diminutivos para calificar a los diestros y sus cualidades.
En una de sus crónicas de la feria de Salamanca de ahora hace un siglo, Corrochano era claro: «En tauromaquia, desconfiad siempre de los diminutivos », y explicaba que había llegado a esa conclusión tras una experiencia, «no muy larga, pero sí muy intensa».
«Es muy torerito», «es muy apañadito», «es un torero finito y elegantito», «es habilidosito», citaba como ejemplos. «Todos estos elogios terminados en otro, y muchos más que la afición aplica a los toreros modernos , a poco que pongamos cuidado en ellos, veremos que estos elogios terminados en ito, y mucho más que elogios son, si no censuras, limitaciones del propio elogio que se lanza con tibieza y cortedad».
Sánchez Mejías, sin «ito»r
«No nos atrevemos a decir abiertamente es muy torero y decimos es muy torerito, achicando la personalidad», y va más allá sin reparos: «Además da la coincidencia de que los toreros que son muy toreritos son también muy miedositos, y el publiquito ya está hartito porque estos angelitos son muy empalagositos».
La crónica de la feria septembrina de Salamanca decía que Chicuelo y Juan Luis de la Rosa no gustaron, todo lo contrario que Ignacio Sánchez Mejías , que no tenía club de seguidores en la capital salmantina, «ni tampoco tiene ito, y ni es bonito, ni elegantito ni torerito, ni frío de cuello».
Y tras explicar los porqués de la mala tarde de Chicuelo y De la Rosa, remata su crónica no sin dejar las cosas claras : «¡Si quien está ya nervioso y a pique de ponerse neurasténico es el público, de tanto torerito apañadito, bonito y miedosito!». Y cien años después la historia se repite tantas tardes... Vamos, que no hay nada nuevo bajo el sol.