Seria faena de Emilio de Justo con decepcionantes victorinos en La Magdalena

El torero cacereño pinchó la mejor obra del mano a mano con Miguel Ángel Perera

Emilio de Justo, al natural en el cuarto toro Efe

Rafael Carrión

Volvieron los toros a Castellón en sus fechas tradicionales tres años después. La corrida de Victorino encargada de devolver la normalidad a esta plaza tuvo una excelente presentación, así como desigualdad en su comportamiento. Solo el primero y el tercero ofrecieron a Miguel Ángel Perera más posibilidades para lograr el triunfo, aunque la mejor faena corrió a cargo de Emilio de Justo. Pero las espadas no llegaron afiladas...

El primero de la tarde, tremendamente serio pese a su cara 'cariavacada', humilló mucho de salida y le permitió a Perera lucirse a la verónica, aunque no se desplazaba mucho. Llegó a la muleta con tanta nobleza como escasez de fuerzas. Ni una mala mirada; eso sí, reponía, lo que resultaba molesto para el matador, que se lució al torear con la derecha, pero sin terminar de conectar con el tendido en una faena larga. Se anotó un aviso antes de entrar a matar.

Una historia distinta fue el tercero, que llegó al último tercio desarrollando nobleza y siguiendo el engaño hasta el final. Buenas las primeras series con la derecha, donde hubo profundidad y temple en los muletazos. Bajó de intensidad el trasteo cuando lo intentó con la izquierda porque el toro también se vino abajo.

El quinto fue un animal muy aplomado que llegó sin ninguna transmisión a la faena, lo que impidió a Perera desarrollar su toreo exigente y de muleta a rastras. Lo mejor de todo fue la brevedad del diestro ante las protestas del público.

Emilio de Justo tuvo un primer toro abanto de salida, al que solo pudo fijar su embestida cuando le dio los adentros. Con una mirada viva y que asustaba llegó el de la A coronada al último tercio. El extremeño tragó una barbaridad en las series con la mano derecha, en las que al tercer muletazo el toro ya se le venía por dentro. Con la izquierda no dio la más mínima opción, rebañando y buscando las zapatillas del torero. Faena de mucha exposición sin encontrar recompensa con un victorino que no le regaló nada.

El mal uso de la espada emborronó una gran faena de Emilio al cuarto. Un ejemplar de embestida humillada pero desconcertante, al que el torero consintió y logró meter en el canasto. A base de consentirlo y utilizando toques suaves y precisos, condujo las embestidas hasta el final, rematándolas por bajo. Cuando estaba todo de su parte para llevarse el primer trofeo de la feria, vino el desatino con la espada, esfumándose toda posibilidad.

El sexto tampoco se prestó para el lucimiento del cacereño, que vio cómo su oponente alcanzaba el último tercio totalmente parado. El público castellonense, harto del resultado de la corrida, obligó con sus pitos a que De Justo abreviara el trasteo y, aunque se demoró con la espada, fue despedido con una cerrada ovación.

Y así acabó el mano a mano, sin una sola vuelta al ruedo. Ahora solo cabe esperar que tras la lluvia y el viento de las recién terminadas Fallas, el tiempo dé una tregua y el ciclo castellonense pueda desarrollarse.

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