Una «fartá» indigesta en la Feria de Salamanca
Luis David Adame y Alejandro Marcos hacen lo mejor en un largo y aburrido festejo
En el conjunto, tan positivo, de carteles de esta Feria disuena este festejo con dos salmantinos y dos mexicanos. Los ocho toros eran habituales en Valencia, mi tierra, como colofón: «la fartá», la llamaban y la cantó Rafael Duyos. Lo de «corrida charra» despierta suspicacias: quizá tenga éxito en Aguascalientes, si se repite… El resultado responde a las escasas expectativas.
Los toros de Puerto de San Lorenzo, serios, largos, resultan muy manejables; buenos, tercero y quinto.
Javier Castaño, que superó una grave enfermedad, reaparece después de una cornada en el cuello, hace sólo ocho días. En el primero, manejable, saluda Marco Leal. Castaño muletea con buen oficio pero el toro transmite poco. Mata bien pero tarda en caer. El quinto se rompe el pitón en el burladero. En el sobrero, de La Ventana, se le ve disminuido, sufre un mareo, tarda en matar y pasa a la enfermería.
Saludan Fernando Sánchez y Sergio Aguilar en el segundo. El trasteo de Joselito Adame no pasa de correcto y profesional. Mata bien: benévola oreja. El sexto recibe un gran puyazo de Óscar Bernal. El toro va y viene, sin problemas pero el trasteo de Joselito resulta deslavazado y mata con sorprendente desconfianza. ¿Qué le ha pasado?
Luis David Adame, hermano de Joselito, ha sido declarado triunfador en la Feria de San Sebastián; aporta ilusión juvenil . En el tercero, un buen toro, se luce con el capote, arriesga en banderillas. Aunque la faena es desigual, conecta cn el público por su entrega y variedad pero pincha (no cruza bien). No debió dar la vuelta. En el séptimo, intenta calentar al aterido público con zapopinas, corre bien la mano en alguna serie, dentro de otra faena irregular. Mata rápido: oreja. Sus cualidades son evidentes pero ha de madurar.
El salmantino Alejandro Marcos, que tomó hace poco la alternativa, posee temple, le suele fallar la espada. Lancea con gusto en el cuarto, muestra su buen estilo pero el toro humilla poco. Le engancha al matar y luego pincha: dos avisos, pasa a la enfermería. En el último, dibuja buenas verónicas y muletazos con clase, mata a la segunda: oreja. Merece torear más.
La «Fartá» ha resultado indigesta: un menú largo (casi cuatro horas) y ancho, no estrecho. No ha mantenido el buen nivel de esta Feria.
Salamanca es tierra de toros. El toro bravo es esencial para su ecología (las dehesas), su economía (se calcula en ocho millones de euros el impacto de esta Feria) y su cultura. Pero hay que mantener la casta brava.
Nos despedimos de Salamanca recordando el elogio del cervantino Licenciado Vidriera: «Enhechizas la voluntad de volver a ella de todos los que de la apacibilidad de su vivienda han disfrutado».
Posdata. El maestro Antonio Burgos ha lamentado justamente la última actuación del Bombero Torero, después de casi 90 años. Con él, se va una época y una parte de la Tauromaquia, donde se forjaron muchos buenos toreros y descubrimos la Fiesta, con ojos de asombro e ilusión, muchos niños.