Estos son carteles del sorteo de la Feria de Otoño en Las Ventas
Talavante matará las corridas de Victoriano del Río y Adolfo Martín abriendo plaza

A las siete de la tarde, media hora antes del comienzo del acto, centenares de aficionados hacían ya cola, en el Patio de Caballos de la Plaza de Las Ventas, para presenciar el sorteo público de los carteles de la próxima Feria de Otoño. La imaginativa idea de Simón Casas ha calado, por la lógica curiosidad y la sensación de asistir a algo inédito ( que, quizá, por desgracia, no pueda volver a repetirse).
Había contratado el empresario cuatro ganaderías y once matadores. Se utilizan dos bombos (toros y toreros) y tres clases de bolas: rojas, para Talavante; blancas, para los otros diestros; azules, para las reses. Sacan las bolas dos presidentes de la Plaza de Toros y garantiza la limpieza de todo el notario José Enrique García Labajo. Como Talavante repite, es el primero que se sortea: un murmullo surge cuando le tocan los toros de Victoriano del Río y Adolfo Martín. Luego, van completándose las combinaciones de toros y toreros. Alterna Alejandro con dos diestros maduros (Ureña y Fortes) y, el otro día, con dos jóvenes, Álvaro Lorenzo y Luis David. Los carteles que el azar ha definido se alejan bastante de lo habitual y eso es bueno: ¡fuera la rutina!
En dos fines de semana sucesivos, el último de septiembre y el primero de octubre, la Feria de Otoño comprenderá seis festejos; además de las cuatro corridas de toros, una novillada y un festejo de rejones, con la actuación en solitario de Diego Ventura.
Más allá del acto, espectacular por lo novedoso, ¿qué sentido taurino tiene todo esto? Cuando algún aficionado apuntaba el deseo de que, en una Feria, la empresa contratase por separado a toros y toreros y, después, se sorteasen las fechas y los carteles, le llamábamos soñador. Simón Casas lo ha conseguido, para la Feria de Otoño. Sin retórica alguna, es algo histórico. Regatearle ahora méritos por lograr lo que parecía imposible sería injusto y mezquino.
Claro está que los aficionados siguen –seguimos– soñando. Quisiéramos que se hubieran apuntado a este sorteo las primeras figuras y sólo lo ha hecho uno, Talavante. Los demás no quieren venir a la Feria de Otoño ni con el sistema clásico, eligiendo fecha, toros y compañeros. Los aficionados se plantean también otras incógnitas: si Talavante estuviera actuando en todas las Ferias, ¿se hubiera apuntado a esto? Es muy dudoso. Viene porque, en este momento de su carrera, le conviene (otros dirán: lo necesita). Pero el simple hecho de aceptar este sistema ya merece elogios: la afición recibirá bien a todos los que lo han hecho.
Otro sistema es posible
Lo interesante de verdad sería que este sistema se aplicara también en la Feria de San Isidro. No parece probable. Hacer una Feria sin las primeras figuras se vendería como un fracaso del empresario, bajaría el abono, no sería buen negocio. La excusa es bien fácil: supondría no aceptar contratos durante todo el mes de mayo, para que no chocaran las fechas. Se podría solucionar anticipando la fecha del sorteo de San Isidro. La realidad es que, a las figuras, les cuesta torear en Madrid, con sus toros serios y su afición exigente. No digamos, ya, anunciarse varias tardes, como hacían, antes, los más grandes toreros…
En todo caso, la inventiva de Simón Casas ha acertado, esta vez. En sus palabras finales, ha definido el toreo como una liturgia, en la que manda el misterio. Tiene razón: así sucede en todo arte auténtico. Con el sorteo, se ha añadido un nuevo aliciente a la Feria de Otoño, tan difícil de mantener. En un negocio tan cerrado y rutinario como es el taurino, se ha visto que otro sistema es posible: se ha abierto una puerta. La idea es buena: si no se acierta plenamente, la culpa caerá sobre los que no han querido apuntarse a ella. Por algo se empieza…