La espada deja sin premio la autenticidad de Ureña en Castellón

Oreja para Ponce y El Fandi en una noble corrida de García Jiménez

Paco Ureña, en una imagen de archivo Efe

Rafael Carrión

Distraído, sin nada de fijeza salió el primero que no se dejó torear de capote. Enrique Ponce, que no brindó su faena por la falta de confianza que le generaba el toro, supo fijar la embestida en unos primeros compases con la mano derecha, dejándole siempre la muleta en la cara para evitar la huida. Cuando quiso torear con la izquierda, su labor bajó enteros, pues lo toreó muy al hilo y hacia fuera. Volvió sobre la derecha empleando la misma técnica de dejarle la muleta en la cara y pudo ligarle dos series en redondo. Mató de una estocada trasera y tendida y un golpe de verduguillo y le otorgaron una oreja que no pidió la mayoría. El cuarto tuvo tanta bondad como falta de transmisión en sus embestidas. Ponce intentó una faena sobre ambas manos, donde abusó de torear muy al hilo y desplazar las embestidas hacia fuera. Además prolongó sin ninguna necesidad el trasteo.

Con dos largas cambiadas recibió El Fandi al segundo de la tarde, para seguir con unas verónicas a pies juntos muy aplaudidas por el respetable. Cuajó el granadino un buen tercio de banderillas destacando los dos últimos pares. Uno el de la moviola y otro al violín del que salió muy apurado. Quiso comenzar de rodillas desde los medios y sufrió una colada peligrosísima . Siguió con la misma mano y el toro no se lo puso fácil. Sin embargo, cuando toreó al natural, afloraron las excelentes condiciones del toro por ese pitón. No terminó de acoplarse el torero y el toro terminó por rajarse marchándose a chiqueros, donde El Fandi remató de pinchazo y estocada trasera y le dieron una oreja muy protestada por el público. Mucha bondad tuvo el quinto, aunque sus embestidas fueran un tanto apagadas, justamente lo contrario de lo que requiere el toreo de El Fandi, que pese a volver a lucirse durante el tercio de banderillas, imprimió más impulso que pulso en las numerosas series que administró en su faena.

No tuvieron tanta trascendencia las verónicas con las que recibió al tercero Paco Ureña , como las que realizó en un posterior quite, donde afloró el extraordinario concepto de este torero. Hizo varios amagos el toro de quererse rajar y, pese a ello, Ureña le planteó una faena muy exigente de mano muy baja y de un gran temple. Sobresalieron las series con la mano zurda, así como una final sobre la derecha sin ayudarse con la espada. Sin embargo, cuando tenía las dos orejas en la mano que hubieran sido muy merecidas, lo estropeó todo con la espada. El sexto, que perteneció al hierro de Peña de Francia, fue un toro áspero y al que le costaba seguir los vuelos de la muleta. Ureña, que hacía su presentación en esta plaza, volvió a mostrarse firme y entregado, en una faena larga en la que no pudo haber ligazón por las nulas condiciones del toro. Volvió a manejar defectuosamente tanto la espada como el verduguillo.

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