El domingo de Resurrección que acabó con los Bienvenida en la cárcel
Antonio, que debía tomar la alternativa, y Pepe se negaron a torear en Madrid por remendarse la corrida de Miura
Todo estaba preparado para que el domingo de Resurrección de 1942, 5 de abril, resultara inolvidable en el ruedo de Las Ventas. Y lo fue, pero precisamente por no haber toros. Se suspendió la corrida que había despertado una expectación inusitada. Antonio Bienvenida iba a tomar la alternativa de manos de su hermano Pepe con toros de Miura . Las cosas se torcieron al rechazarse dos toros de la mítica ganadería y sustituirse por dos de Terrones .
Todo parecía solucionado, pero faltaba el visto bueno de los toreros, que lejos de producirse, en un gesto de dignidad se negaron a torear. O seis miuras o nada . Y tras la negativa, la denuncia, el traslado a la Dirección General de Seguridad, y de ahí a la cárcel de Porlier.
Ya lo advertía Giraldillo , el crítico de ABC, «día feo, poco propicio para toros, gris y frío». Los hermanos Bienvenida permanecieron en la cárcel cuatro días , y eso que en la misma noche del domingo se acordó traer dos toros de Miura para completar la corrida y que esta se celebrara el jueves 9 de abril . Casi con el tiempo justo fueron liberados los toreros para acudir a la plaza.
Y si el ambiente estaba ya por las nubes para el domingo de Pascua, cuatro días más tarde la cosa estaba a punto de hervir. Todo comenzó el 18 de septiembre del año anterior, en la presentación de Antonio como novillero. El triunfo fue de tal calado que quedó para siempre en el corazón de los aficionados madrileños. «Ha nacido un torero excepcional. La fecha. La de Antonio Bienvenida. En su honor mi firma entera», remataba la crónica abecedaria Giraldillo.
Por eso, cuando se anunció la alternativa, de manos de su hermano y con miuras, aquel domingo de Resurrección se convirtió en el más esperado de la historia de Las Ventas, «jamás hubo en Madrid una expectación igual, nunca puso el aficionado tan ilusionada esperanza en una fiesta...»
La expectación se mantuvo para el jueves, pero en la crónica de ABC ya se advertía: «Los que esperaban seis toros y seis faenas de ensueño hubieron de contentarse con una sola». Fue la primera, la del doctorado de Antonio. El toro «Cabileño», cárdeno, bien presentado le permitió torear con gusto a la verónica, competir en quites y en banderillas con su hermano y en torear con la muleta dejando el poso de su torería. «Rebullía el público emocionado. En el ruedo, lumbre de fiesta. En las gradas se apretaba la emoción de 24.000 corazones ». Fraternal afecto en la ceremonia de la alternativa. Todo a más en el último tercio, hasta que la espada se negó a entrar. Un pinchazo, otro, una estocada y aún hubo de descabellar. Con todo, le pidieron la oreja, y fue obligado a dar una vuelta al ruedo.
La tarde acabó en aquel primer toro de Miura. La corrida no salió buena, y el ansiado triunfo tuvo que esperar para otras tardes. Y fueron muchas las que Antonio Bienvenida siguió cautivando a los aficionados de Madrid.
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