Cogida y Puerta Grande de Castella en San Isidro

Magisterio de Ponce con dos mansos y confirmación de alternativa de Colombo

Momento en que Castella es arrollado por el quinto toro Paloma Aguilar

ABC.ES , ABC.ES y ANDRÉS AMORÓS

Crónica

Al recibir con el capote al quinto toro, Sebastián Castella sufre una fuerte voltereta, parece que está herido; le vendan el tobillo, vuelve al toro, hace una faena de quietud, en un ambiente de gran pasión, se vuelca en la estocada y corta dos orejas. Sin triunfo, Enrique Ponce lidia con su maestría singular a dos mansos: uno, suave; el otro, brusco. Confirma la alternativa el venezolano Jesús Enrique Colombo.

Los toros de Garcigrande no dan el juego esperado: mansean, no son fáciles, salvo el quinto. Por quinta vez en la Feria, se ha puesto el cartel de «No hay billetes»: esta tarde, sobre todo, por ver a Ponce, en su única actuación. (¿No es jugarse demasiado apostarlo todo al albur de una tarde?).

Colombo confirmó de manos de Ponce y en presencia de Castella Paloma Aguilar

Colombo fue el novillero triunfador de la pasada temporada; está pasando ahora el habitual «purgatorio», después de la alternativa. Es un diestro decidido y variado. Esta tarde es decisiva para su futuro. En la triste situación que atraviesa su tierra, en la que hay muy buenos aficionados, sería una feliz noticia y un consuelo su éxito: «Que saliera ahora una figura, en Venezuela, sería un premio de la lotería», me dice Gonzalo Santonja.

En el primero, banderillea con espectacularidad. El toro acude al caballo dos veces más, después de cambiado el tercio, pero se apaga pronto: es un «Fanfarrón» que, como otros, se queda en casi nada. Le reprochan la colocación. A la segunda, agarra la estocada. En el último, vuelve a arriesgar en banderilla s (el par al quiebro recuerda a su paisano Morenito de Maracay), brinda de nuevo al público y se entrega por completo, pero los desarmes, de rodillas y de pie, deslucen la faena. Se vuelca con la espada.

Castella pasea las dos orejas del quinto Paloma Aguilar

Castella vive esta tarde las dos caras de la moneda . El tercero es un «Dardo» que no va como una flecha, cabecea, protesta. Con oficio, liga algún muletazo pero los enganchones hacen que se diluya la faena, la prolonga y mata muy mal: dos avisos. En los lances iniciales al quinto, recibe una fuerte voltereta, con sensación de un percance grave. Asume la lidia Ponce mientras se repone, en la barrera, y le vendan el talón izquierdo, herido. Vuelve al toro descalzo y vendado. (Se luce mucho Viotti). Encadena siete muletazos de rodillas , tragando mucho, que ponen al público en pie. El toro resulta ser el único bueno de la tarde, un «Juglar» que canta con la clase de un trovador. Sebastián se queda quieto, aguanta con firmeza las embestidas; cuando el toro se para, recurre al encimismo. Entra a matar «a sangre y fuego» (el título de Chaves Nogales): la emoción del momento provoca que se concedan las orejas. Después de pasar por la enfermería, sale a hombros.

Enrique Ponce, en un relajado muletazo Paloma Aguilar

Para el que sepa apreciarlo, Ponce dicta dos lecciones magistrales con dos manso s: el primero, suave, de Valdefresno; el segundo, brusco, de Garcigrande. Da gusto ver cómo estudia a los toros, cómo les da la lidia adecuada, de comienzo a fin. En el segundo, destacan unos doblones extraordinarios, que unen mando y estética; lleva al toro imantado, liga muletazos desmayados, dibuja naturales y cambios de mano; cruza limpiamente, en la estocada. No se le puede sacar más partido a este toro. En el cuarto, brusco y complicado, que le pone varias veces los pitones en la cara, le demuestra quién manda, lo lidia por la cara -como se ha hecho siempre, con estos toros- y se adorna cogiéndole el pitón, como hacía Domingo Ortega. ¿Algún otro torero hace esto, hoy en día? Me temo que no. Ver a un maestro lidiando a un toro manso es un hermoso espectáculo, aunque buena parte del público actual no sepa apreciarlo.

Sexto toro

Adueñado, número 65, negro, de 559 kilos. Comienza a chispear. Los tendidos se colman de paraguas. Algunos gastan sombrillas de playa tamaño XXL. Se las ingenia el personal para aplaudir el lucido tercio de banderillas de Colombo, que coloca palos venezolanos en nombre de su tierra. Echa las dos rodillas por tierra, y por dos veces le quita la muleta. Y otra tercera, tras el grito de "¡viva España!", replicado a coro bajo el "sirimiri" madrileño. El toro embiste sin clase, con tornillazos y no llega el lucimiento. Estocada. Palmas de despedida.

Quinto toro

Juglar, número 1115, castaño, de 597 kilos. Terror en la plaza cuando Sebastián Castella es arrollado y prendido con máxima violencia en el saludo a Juglar. Espantosa la escena. Goya hubiese pintado a la perfección el rostro de los tendidos . Lo cogió literalmente para matarlo, lo zarandeó como un pelele, hecho un ovillo, y lo dejó maltrecho en el ruedo, inerte. El corazón de los tendidos se encogió. Se presentía lo peor. Qué percance más terrorífico. El miedo se palpaba. La tragedia se presentía... La cogida había sido dramática. Su mujer [según apuntó mi compañero David] se levantó y alzó los brazos a la cabeza, al cielo. Cayeron algunas lágrimas de sus cercanos: Noelia, su jefa de prensa, temblaba. Como todos. O como la mayoría. Pero tras ser recogido por los toreros, la figura francesa se incorporó. Milagro en Alcalá 237. El cura del palco 27 puede dar fe de ello. Y Castella, al que solo vendaron el pie izquierdo (¡Dios existe!) se puso a torear. Echó las dos rodillas por tierra en una serie apasionante con el garcigrande embistiendo. Los tendidos se pusieron en pie. Y siguió toreando con un valor frío que puso los tendidos a hervir. Transmitía el toro. Lo que duró... Y Castella aguantó, lo aguantó e hizo un esfuerzo importantísimo. Cuando tomó la zurda, la mano de contar billetes, se hizo el silencio. Había una tremenda expectación para ver al héroe caído y resucitado. Acabó en las cercanías con un desplante a cuerpo limpio. Se tiró a matar o morir. Y enterró un estoconazo. La plaza se vistió de blanco. ¡Dos orejas! Algunos protestaron la segunda. La realidad es que Castella estuvo hecho un tío y la faena se vivió con verdadera emoción.

Cuarto toro

Francachelito, número 125, negro bragado meano, de 539 kilos. Le zurran en el caballo. Desarrolla peligro este toro. Ponce lo lidia y machatea a la antigua, cosa que alguno no entienden. Se mete luego en las cercanías, valiente y con mérito. Parte del público se pone en pie. Pinchazo y estocada baja. La quinta Puerta Grande tendrá que esperar. Saluda una gran ovación.

Tercer toro

Dardo, número 60, negro, de 581 kilos. Sebastián Castella lo templa desde el saludo. Poderoso el inicio del francés, con muletazos rodilla en tierra. Le da distancia con emoción, pero el toro embiste descompuesto y no es claro. Seguro y claro lo ve el francés, que vuelve a citar en la distancia, ahora con el animal repitiendo pese a puntear el engaño. Exige mando y gobierno el de Domingo Hernández, y no siempre aparece, frent a ese geniudo punteo. Pincha y suena un aviso. Tres pinchazos, media baja trasera.

Segundo toro

Billetero, número 104, negro, de 541 kilos. Mete la cara este toro, pero blandea tantísimo desde la salida que asoma el pañuelo verde para el inválido. Sale Cigarro, negro, de 550 kilos, con aires de corraleado y manso de salida, en la líena de Valdefresno. Se frena en el capote de Enrique Ponce y es Mariano de la Viña quien lo mete en vereda con buena lidia. Luego el valenciano le receta unos buenos lances en los medios. Mete la cara luego con calidad el manso. Brinda al público el valenciano. Hay esperanza. Torerísimo el prólogo por bajo. Liga dos series diestras con mucho temple, con su habitual elegancia. Torería en el modo de andarle al toro y cambiarle de terreno. Desgrana tres naturales y el de Valdefresno le quita la muleta. Se apaga el toro. Estocada en el rincón. La petición de oreja no llega a cuajar. Saluda una gran ovación.

Primer toro

Fanfarrón se llama el toro de la ceremonia de confirmación de Colombo, está herrado con el número 71, es negro listón chorreado y pesa 599 kilos. El venezolano banderillea con mucho mérito, especialmente con un arriesgadísimo tercer par. La faena no toma vuelo lugo con un animal deslucido y con ciertas dificultades. Pinchazo y estocada. Pitos. Silencio.

Paseíllo

Con llenazo, hacen el paseíllo Ponce, de burdeos y oro; Castella, de azul marino y oro, y Colombo, de azul pavo y oro.

Expectación

El ambiente es tal en la única comparecencia de Ponce en este largo seria del 34 tardes que hoy se colgará el quinto cartel de «No hay billetes» de una Feria por la que han pasado ya más de 350.000 espectadores. En declaraciones de ayer a los medios, el maestro de Chiva aseguró que se encuentra en «muy buen momento». «Es un privilegio torear en Madrid, un milagro después de 29 temporadas como matador», comentó a ABC.

Sorteo

Los toros de Garcigrande , el tercero con el hierro de Domingo Hernández, ya han sido sorteados. Llega esta ganadería con el reciente éxito del indulto de «Orgullito» en la Feria de Abril. Los sobreros son de Valdefresno y Vellosino.

Cartel

¡Buenas tardes! Bienvenidos a la vigésima tercera corrida de la Feria de San Isidro . Cartel estelar, en el único paseíllo de Enrique, que confirmará la alternativa al venezolano Jesús Enrique Colombo, en presencia del francés Sebastián Castella. Para la ocasión, se lidian toros de Garcigrande.

Cogida y Puerta Grande de Castella en San Isidro

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