Un «Emperador» de categoría en la primera corrida de la gira de la reconstrucción en Cabra
Román, que sufrió un feo percance, corta dos orejas a este gran toro de la buena corrida de Santiago Domecq
Comienza la llamada gira de la reconstrucción de la tauromaquia, presentada ayer, cuando apenas faltaban 24 horas para su arranque.
La primera cita es en Cabra (Córdoba) , donde se anuncian una corrida de cuatro toros de Santiago Domecq para Manuel Escribano y Román.
Abre plaza Escribano , que se luce con el capote con un agradable primero, que empuja en el caballo y abre las puertas del callejón. Tras un aplaudido tercio de banderillas por el escaso público -el aforo permitido- y un brindis a Espartaco padre, comienza una aseada y dispuesta faena con un animal nobilísimo . Tras la estocada algo desprendida, corta una oreja con petición de otra.
Román prologa su faena con ayudados por alto al segundo, que pierde las manos cuando le baja la muleta. El toro embiste con prontitud y obedece a los toques del valeroso valenciano. Por el izquierdo deja unos buenos naturales. Cuando el toro escarba, improvisa una espaldina y continúa luego con la zurda con un ejemplar que «sirve». Pincha Román. Ovación para el toro y saludos del torero.
Sale Contento, más alto que sus hermanos, al que Escribano saluda con bonitos lances y se muestra con muchas ganas con el buen toro, luciendo repertorio, rematada de estocada. Oreja con petición de otra.
Ya está el último en la arena, cuarto de la tarde, Emperador de nombre y con hechuras para embestir. Román lo recibe con lances rodilla en tierra. Chapurra interviene en un bonito y clásico quite. Le da distancia el valenciano y este Emperador galopa. El bravo embiste divinamente, con una categoría superior. Hace el avión en la muleta, con el hocico lamiendo la arena. Extraordinario el ejemplar de Santiago Domecq y muy entregado el torero, luciendo al toro en la distancia. En el pase de pecho, el toro le engancha la muleta, pierde pie, lo prende por el fajín y le pega unos derrotes feísimos en la arena. Continúa deseoso el matador, con el animal ya a menos, pero humillando siempre. Se tira a matar y corta dos orejas.