La armonía de Enrique Ponce y un espectacular «Descreído» en Nimes

El valenciano abre la Puerta de los Cónsules y Emilio de Justo corta una oreja a una gran corrida de Victoriano del Río

Andrés Amorós

Después de Arles, Nimes: para envidia nuestra, otra Feria de primera categoría y otro bellísimo coliseo romano. Una gran corrida de Victoriano del Río –toros serios, con casta, nobles– propicia el triunfo. Se da una justa vuelta al ruedo al bravísimo tercero, «Descreído», con el hierro de Cortés. Ponce corta tres orejas y abre otra vez la Puerta de los Cónsules: con casi cincuenta años, una hazaña. Se queda en una, por la espada, Emilio de Justo.

El primero es un toro encastado aunque se duele al castigo. Con su gran facilidad, Ponce lo imanta en la muleta, desmayada, de mano baja. Con la rodilla genuflexa, le hace girar por completo, en la roblesina. Estocada defectuosa: oreja. El cuarto flojea pero embiste suave y noble. El comienzo de faena es ya muy torero, llevando el toro al centro. A los acordes de «La Misión», de Morricone, Enrique cita con el envés (al estilo de Javier Conde), dibuja muletazos plenos de armonía, algo deslucidos porque el toro pierde las manos. El público se entrega a su estética. Mata al encuentro y corta dos trofeos.

Curro Díaz brinda el segundo a Ponce. Muestra su empaque en algunos muletazos pero falla, al matar. Ha estado bien pero... El quinto se crece en el caballo y repite, incansable, en la muleta. El comienzo de faena es muy brillante, con muletazos rodilla en tierra y trincherillas. Mata a la tercera.

El tercero, de Cortés, tostado, con 542 kilos, es un toro bravísimo: embiste de largo al caballo, aguanta bien Germán González y se pone de pie este público, que sabe valorar la belleza de la suerte de varas. (En España, eso sucede ya en muy pocos sitios). Comienza por bajo Emilio de Justo y mantiene el clamor. Luego, la faena es desigual. Mata entrando muy recto pero a la segunda: una oreja y justa vuelta al ruedo al toro, que era de dos. El último está mucho tiempo en el caballo, se quebranta. Emilio tira bien del toro y aguanta, con valor, pero prolonga y mata a la tercera. Es buen estoqueador pero le falta regularidad.

Resumen: la armonía de Ponce y la emoción de un gran toro, no «Descreído» sino creyente y practicante de la bravura, que es la base de la Fiesta.

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