Curro Romero: «Buena parte de la juventud se cree lo que dicen los antitaurinos»

El Faraón de Camas analiza la situación actual de la Fiesta y la prohibición de los toros en Cataluña

Curro Romero ABC

EFE

El Faraón de Camas, Curro Romero , un mito viviente del toreo, ha sentenciado que la prohibición de los toros en Cataluña fue una decisión a favor de querencia porque «los políticos han atacado a la Fiesta» cuando ya iba poca gente a la plaza y «por eso les ha resultado más fácil».

Como decía el referente Pepe Luis Vázquez que gustaban los toreros en Madrid -«los que le damos en la yema», recordó- Romero ha reflexionado, desde la atalaya de sus casi mil corridas toreadas desde 1959 hasta su retirada en 2000 con 67 años, sobre el estado actual del toreo, sobre la crisis económica, las dificultades de que salgan nuevos valores y el ataque que sistemáticamente recibe desde el ámbito político y, sobre todo, en Cataluña.

El mito de Camas ahondó, en una entrevista no periodística en el último número de la Revista de Estudios Taurinos , patrocinada por la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en las auténticas razones del declive del toreo en Cataluña y consideró que ése fue el caldo de cultivo que aprovecharon coyunturalmente los políticos para la prohibición.

«Cataluña fue siempre una tierra donde se daban muchas corridas y había muchas plazas y mucha afición. Pero con la llegada del 'boom' turístico dejaron de poner carteles buenos, las corridas fueron perdiendo interés para los auténticos aficionados, adaptándose a los gustos de los turistas y por eso la afición se fue poco a poco retirando», explicó Romero.

Prohibiciones

Por ello, según el torero de Sevilla, «les ha resultado más fácil prohibirla (la Fiesta), porque ya no hay una cantidad de público con fuerza suficiente para oponerse a esa medida de aquellos que dicen que los toros son cosas de España y que ellos no se sienten españoles».

Cuando se han cumplido diecisiete años de su retirada en un festival en La Algaba , el 22 de octubre de 2000, el Faraón de Camas consideró que el toreo vive una crisis «más grave que otras anteriores porque han cambiado muchas cosas que son esenciales y que no sólo dependen del mundo exterior a la Fiesta sino del mismo mundo taurino».

Entre ellas, citó la movilidad del toro, que es «lo que alegra todo»; la monotonía del toreo, ya que «antes cada torero tenía su personalidad y la gente los distinguía muy bien»; y el cambio experimentado por el público, en el que «no hay esa emoción y entrega que había antes»; y también «había mÁs respeto al torero».

«El público quiere sorpresas, antes las veía y ahora las ve muy pocas veces. La gente no encuentra las cosas que va buscando y eso hace que los aficionados se hayan retirado de los tendidos», reflexionó Romero, quien apuntó además que otro de los problemas que acucian a la Fiesta es la «poca gente joven que va a las plazas».

En este sentido, señaló que «buena parte de la juventud se cree lo que le dicen los antitaurinos sobre el sufrimiento del toro; a lo mejor un día van a la plaza y no tienen la suerte de ver algo grande, que es lo que engancha y hace afición» y, además, los toros «son caros y habría que dar facilidades a los muchachos».

Pureza y entrega

Entre otros asuntos, Romero se mostró contrario a tanta reglamentación insistió en que el toreo debe estar en el Ministerio de Cultura y no en del Interior.

«Yo no me he leído ni un reglamento en mi vida!», enfatizó este mito viviente del toreo, quien dijo que en esta materia los toreros se han dejado comer el terreno «porque el que sabe es el que se pone delante del toro » y, en su caso, de haber bebido «en fuentes cristalinas» en busca de la pureza, su obsesión.

Evocó que esta vocación es «porque la pureza tiene mucha verdad y también mucho riesgo, porque tienes que entregarte» y esa entrega «tiene mucha exposición», pero «cuando estás a gusto te dejas llevar por los sentimientos y, aunque se corre mucho peligro, te olvidas de ti y todo lo que hay alrededor».

Sobre la reacción de los públicos a su toreo de cimas y simas , recordó que siempre le llamó la atención hasta que se dio cuenta de que la gente veía «algo especial a su toreo» y era «algo que estaba buscando y que de pronto encontraba».

Un día en el que estaba muy desanimado porque las cosas habían salido mal, un amigo pintor del mito le dijo que no se disgustara porque la gente no estaba contra él, sin que quería verlo torear como sólo él sabía hacerlo y por eso se enfadaban porque lo esperaban: «Es el misterio del toreo , cosa que es difícil de explicar porque el toro no habla», sentenció Romero.

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