Cuando en Las Ventas se cortaban rabos casi a diario
La concesión de los máximos trofeos se generalizó tras la inauguración de la plaza madrileña. Hasta doce rabos se concedieron en cuatro temporadas
Hasta doce rabos se concedieron en los primeros años de actividad del coso madrileño de Las Venta s. Un triunfalismo nunca conocido en la afición de la capital de España se desató tras la inauguración de la nueva plaza en 1931 y hasta el comienzo de la Guerra Civil, ya que una vez que en 1939 se celebró la denominada Corrida de la Victoria , en donde se cortaron otros tres rabos, la euforia se frenó, y hasta treinta y tres años después no se volvieron a cortar los máximos trofeos a un toro.
Juan Belmonte abrió la racha el 21 de octubre de 1934, ante un toro de Carmen de Federico, alternando con Marcial Lalanda y Cagancho, y al día siguiente fue Marcial el que sumó otro rabo a la historia venteña. La gran faena fue a un astado de Sánchez de Terrones, en un cartel que completaban Manolo Bienvenida y Pepe Gallardo, que confirmó la alternativa.
La nueva plaza se inauguró en 1931, y hubo una transición con la vieja plaza de la carretera de Aragón . Una sola corrida aquel año, ninguna en 1932, dos al siguiente, y otras dos en 1934, en donde comenzó a hacerse normal que las mejores faenas se premiaran con lo que entonces no pareció un exceso.
En 1935, el 2 de junio, Manolo Bienvenida le cortó las dos orejas y el rabo al segundo de la tarde, perteneciente al hierro de Pérez de la Concha. En septiembre, Juan Belmonte repetía hazaña, y esa misma tarde, para no quedarse atrás, Alfredito Corrochano , hijo del histórico crítico de ABC, también obtenía los máximos trofeos. Esto sucedió el 22 de septiembre de aquel, convulso en lo social y político, 1935; y sólo siete días después, el 29, otras dos faenas premiadas con un rabo. Curro Caro y Lorenzo Garza fueron los triunfadores en una corrida de ocho toros, de Fernando Martín, cuyo cartel completaron Nicanor Villalta y Fernando Domínguez.
Desenfreno de trofeos
En 1936 siguió el desenfreno de trofeos en Las Ventas, en donde, como espejo de la sociedad, los enconados enfrentamientos entre los espectadores eran algo habitual. Así, el 10 de mayo Domingo Ortega alcanzó el honor ante el quinto toro de la corrida de Murube, que lidió junto a Valencia II y Curro Caro. Y el 4 de junio Manolo Bienvenida repitió galardón. El triunfo llegó ante el cuarto toro de Sánchez Fabrés, junto a Domingo Ortega y Rafaelillo.
La contienda civil no apaciguó las ganas de triunfo de los aficionados, que vivieron una nueva tarde de éxitos en la Corrida de la Victoria . Fue el 24 de mayo de 1939. Seis toreros y un rejoneador, y tres faenas de rabo para los anales venteños. Vicente Barrera, al segundo de Concha y Sierra; Domingo Ortega , al quinto de Sánchez Fabrés; y Pepe Bienvenida , al sexto de Villamarta. Completaron la tarde Marcial Lalanda, El Estudiante, Pepe Amorós y el caballero Antonio Cañero.
A partir de ese momento, la sequía total . Ni un solo rabo se concedió en la Monumental madrileña hasta la tarde del 22 de mayo de 1972. Palomo Linares desató pasiones en una intensa y emocionante faena al toro «Cigarrón», de Atanasio Fernández. La presidencia accedió a la concesión de lo que ya era un trofeo olvidado en la capital, y la polémica fue tal que le costó el puesto al usía, el comisario Panguas.
Desde entonces ningún matador de toros ha vuelto a conseguir el preciado trofeo en Madrid. Solo el rejoneador Diego Ventura logró tal hazaña en la Feria de San Isidro de 2018 ante un toro de Los Espartales. Atrás quedó la euforia de los primeros años venteños, un tiempo marcado por una dramática convulsión social, política y económica.