Cuando la pareja Litri y Aparicio eclipsó a las corridas de toros
La irrupción de ambos novilleros en las temporadas 1949 y 1950 duplicó los festejos menores sobre los mayores
En un tiempo en el que se anhela la celebración de novilladas como vivero del futuro de la Fiesta , hubo otros en los que los festejos menores eclipsaron a las corridas de toros. Fue a mitad del pasado siglo, cuando la irrupción de una pareja de jóvenes toreros impactó de tal manera que la organización de novilladas con picadores se disparó hasta tal punto que en la temporada de 1950 duplicó al número de corridas.
El año anterior surgió con la pareja formada por Julio Aparicio y Miguel Báez «Litri» una irrefrenable pasión por los novilleros. Ya en aquella temporada las novilladas aumentaron en un claro retroceso de las corridas de toros, pero fue en el comienzo de la década de los cincuenta cuando la cifra se disparó. En total aquel 1950 se celebraron 303 novilladas con picadores frente a 145 corridas de toros. Dos años antes, las corridas eran ciento treinta más, y los festejos menores unos sesenta menos.
La pasión novilleril fue tal que en plazas como Las Ventas, Sevilla, Valencia o Málaga se programaron más novilladas que corridas. El caso más contundente fue en la capital valenciana en donde se programaron veinte novilladas y tan solo una corrida de toros. Los protagonistas fueron Aparicio y Litri, que llegaron a torear los s eis festejos de la Feria de Julio , todos novilladas, y que tomaron la alternativa en el único festejo mayor de toda la temporada, el 12 de octubre.
En la plaza de Las Ventas se celebraron doce corridas frente a casi cuarenta novilladas, mientras que Barcelona remó contra corriente, con 39 corridas y 19 novilladas.
La pasión por Aparicio y Litri se explica comprobando los números de la temporada. En torno a las noventa tardes actuaron la pareja de moda, mientras que los siguientes en el escalafón, Antonio Ordóñez y Manolo Vázquez se quedaron en la mitad.
Desde los medios de comunicación se alertaba que frente al auge novilleril no existía una actitud similar en el escalafón superior , en donde los carteles de interés se programaban de forma muy desligada, lo que no propició la competencia y, por ende, la pasión.