Copa Chenel: triunfo de Fernando Adrián con un gran toro de Zacarías Moreno

En la primera semifinal, Colombo corta una oreja e Isiegas, sin opciones, brilla con el capote

Ángel González Abad

La primera semifinal de la Copa Chenel, celebrada en Valdemorillo, se la llevó de calle el madrileño Fernando Adrián, que le cortó las dos orejas al cuarto de la tarde, un gran toro de Zacarías Moreno, con el que cuajó una vibrante y firme actuación. El venezolano Jesús Enrique Colombo cortó una oreja a otro excelente toro de Moreno, mientras que Jorge Isiegas, con un lote sin opciones, solo pudo brillar con el capote.

El desafío ganadero entre las divisas de Prieto de la Cal y Zacarías Moreno se inclinó en favor de éste último que lidió dos toros, cuarto y quinto, encastados y de gran calidad en sus embestidas. El tercero de Moreno se rajó de principio a fin, y los de Prieto de la Cal, infumables.

Fernando Adrián, que vio como el primero era devuelto a los corrales y con el sobrero de Moreno apenas pudo andar aseado, se encontró con el gran cuarto, al que recibió con buen aire con el capote. El toro se arrancaba con alegría y rodilla en tierra le recetó dos pases cambiados por la espalda para abrir el último tercio, que pusieron los tendidos a hervir. “Acomplejado”, que así se llamaba el toro, no dejó de embestir con codicia y entrega, y con la mano izquierda la faena alcanzó los mejores momentos, gustándose el torero en muletazos de mando y trazo largo. Se alargó en un intento de que se pidiera el indulto y el público lo hizo, pero el presidente y el propio ganadero dijeron que no. Una buena estocada y las dos orejas que Adrián paseó en triunfo tras los honores de la vuelta al ruedo para el toro.

Excelente, incluso con mayor clase en sus embestidas, fue el quinto, al que Colombo lo toreó con muchas ganas en una faena un tanto desigual, en la que faltaron algunos grados de conjunción. A su primero, de Prieto de la Cal, muy flojo, lo pasaportó sin pena ni gloria.

El peor lote se lo llevó el aragonés Jorge Isiegas, que toreó despacioso con el capote al tercero. Unas verónicas cadenciosas y de corte clásico, que se quedaron como su reivindicación ante una tarde que se le volvió de espaldas. El de Moreno cantó la gallina en los primeros muletazos y fue imposible robarle un pase, y eso que el maño brindó ilusionado la faena a sus paisanos que se han quedado este año sin las principales ferias de la Comunidad aragonesa. Solo pudo rematar bien con la espada. Y con el sexto, de Prieto, otro muro contra él pegarse cabezazos.

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