Copa Chenel: Robleño, poso de buen toreo ante un ‘rehuelga’ de vuelta al ruedo

Los toros de Cuadri y Rehuelga, sobresalientes de trapío y casta en la segunda semifinal

Fernando Robleño, en una imagen de archivo Paloma Aguilar

Ángel González Abad

Seis toros de imponente trapío y sobrados de casta, seis de seis en la segunda semifinal de la Copa Chenel, que tuvo en los astados de Cuadri y Rehuelga un interés sobresaliente y un punto culminante con la faena de Fernando Robleño al cuarto ‘rehuelga’ premiado con la vuelta al ruedo.

Robleño paseó feliz las dos orejas de ‘Ibarreño’, al que toreó con capacidad y un poso de buen toreo, lejos de las duras batallas que han marcado su carrera. El santacoloma embestía imparable, con ritmo, temple y hondura por los dos pitones, y el madrileño anduvo decidido y gustándose, y hasta relajado, sobre todo en series con la mano derecha. Si por ese pitón el toro era bueno, con mayor codicia, humillación y casta se empleó por el izquierdo en la única serie al natural. Con el capote, Robleño se ajustó en dos medias verónicas muy sentidas, y el comienzo de faena, doblándose por bajo, marcó todo lo bueno que ofreció ‘Ibarreño’ a su matador. El que abrió plaza, de Cuadri, también le permitió el lucimiento. Una serie de naturales avanzado ya el trasteo destacó sobre el conjunto.

A Paulita se le atragantaron las espadas, pues con más acierto con los aceros su balance final hubiera sido más positivo. Tuvo dos toros con opciones y ante los dos se empleó con celo cuajando momentos de calidad. Tras matar al quinto tuvo que pasar a la enfermería, desencajado con el mal recuerdo de las secuelas de la tremenda paliza que sufrió hace una semana en la corrida que le valió para clasificarse para la semifinal de la Copa Chenel.

Tomás Angulo dejó para el recuerdo una serie de excelentes naturales, plenos de ajuste y temple, al tercero de Cuadri, que la espada emborronó. El sexto, de Rehuelga, derrochó bravura en varas y pidió el carnet a las cuadrillas. Al joven extremeño le faltó apostar a todo o nada para no quedarse en una faena en terreno de nadie, con un toro aclamado por el público, al que, es verdad, le costaba embestir y fue a menos.

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